Son las tres, sigo maquillada y bien peinada, y no voy a salir. Me he mirado al espejo, y me has dicho cuánto me amas, me ha hablado el rojo de tus labios y tu olor me ha llevado a aquel verano infantil, de playa, de sequedad de arena.
Con una toalla ahora me quito tus labios, tu olor, tu pelo. Me vuelvo fea, me voy a la cama, y las sábanas me abrazan.
Despierto, son las seis, y vuelvo al espejo. Me dices que debo tener frio, que dónde están los labios de antes. Vuelvo a la cama, y olvido el espejo.
Estoy empapada de sudor, no huelo bien, y mi aliento se encoge por el tabaco.
Las sábanas que antes me abrazaban, ahora son las que me dicen que me aman. Y no voy ni maquillada, ni peinada, ni perfumada. |