En las calles de Valladolid, viven los recuerdos. Prisioneros de las paredes. Cansados de esperar. Esperar a que alguien los desentierre de sus cárceles cuando exclaman sus nombres. Gritan en silencio, y nadie les escucha. Mantiene la esperanza. Es lo único que les queda. Una vez fueron importantes. Secretos, confesiones, e incluso verdades. Ahora son parte del pasado. Cada década alguien los recuerda, fugazmente eso si, y pueden salir de sus cárceles... durante un instante. Pero luego deben regresar. Por eso todo queda en silencio. En las calles de Valladolid.
Texto agregado el 28-11-2009, y leído por 122 visitantes. (5 votos)