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El coleccionista
Alfred Dickens era un hombre sencillo, anciano, casi calvo completamente salvo unos pocos pelos canosos, usaba lentes debido a su problema de vista y flaco.
Un hombre vulgar de 58 años que vivía únicamente con un precioso gato llamado Toby, un gato gris y con mucho pelo y una mirada que le enternecía el corazón a cualquiera que lo viera y sobre todo muy cariñoso.
Alfred era un jubilado, había trabajado en un banco toda su vida y ahora tenia su merecido descanso.
La gran pasión de Alfred eran las colecciones, coleccionaba cosas muy antiguas, hasta álbumes de figuritas de más de 50 años, como autos en miniatura, antiguos libros, piezas de arte como jarrones, Alfred Dickens vivía para sus colecciones y para su gato Toby.
- aquí tienes lindo Toby – dijo Alfred dejando en el suelo un tarro con alimente para gato y al lado un poco de leche – ahora voy a limpiar mis jarrones, ya hace 7 días que no lo hago -
RIN, RIN.
- oh el timbre – dijo Alfred – voy a ver, me pregunto ¿Quién será a estas horas de la mañana? -
Observo el reloj nuevamente eran las 9:47 AM, aun con el piyama y con sus pantuflas azules con rayas rojas se dirigió a la puerta, cuando abrió observo a un desconocido.
Este desconocido era un hombre joven aparentemente de unos 35, 40 años, pelo corto y morocho, venia de traje y con un maletín en la mano.
- señor Dickens, preciso hablar con usted ¿me concedería 5 minutos de su tiempo? -
- ¿hablar de que? Disculpe caballero pero no lo conozco –
- a cierto, que descortés de mi parte no presentarme, Martín Lissón –
- bien señor Lisson ¿Qué clase de negocio me ofrece? –
- preferiría hablarlo adentro si no le molesta aquí afuera hay mucho delincuente y dígame martín estamos en confianza –
- muy bien, pase martín –
El hombre vestido tan formalmente entro en la casa d Alfred.
- disculpe el desorden – dijo este
- no pasa nada mi buen hombre –
Alfred lo invito a sentarse en un sillón.
- bien usted dirá - dijo
- se que usted es un gran coleccionista y me interesa comprar una de sus piezas, por supuesto le pagare muy bien – dijo abriendo su maletín y mostrando una gran suma de dinero.
- ¿Qué es lo que esta buscando? –
- una pequeña figura de marfil, la estatua de un supuesto dios que tiene cientos de años, me gustaría estudiarla -
- lo siento señor Lisson pero desgraciadamente no vendo nada de mi colección, he vivido para coleccionar y hoy por hoy a esta edad es lo único que me queda y mi buen Toby claro – dijo acariciando al gato que había subido en sus piernas ronroneando fuertemente -
- usted no entiendo, estoy dispuesto a pagarle… - comenzó a decir Martín pero Alfred lo detuvo –
- lo siento, señor Lisson es usted el que no entiende, le pido que se retire y cierra la puerta al irse, gracias termino la conversación-
Martín Lisson lo miro con completo odio al jubilado hombre y se levanto furioso.
Cuando se estaba por ir, se quedo un segundo quieto en la puerta
- si no me vende la figura por las buenas, lo hará por las malas -
Abandono la casa dando un fuerte portazo.
Alfred no tomo muy en serio la amenaza de aquel molesto hombre, pero por las dudas dio alerta a la policía, aunque dudaba que esta lo ayudara en algo.
Pasaron 3 días y nada, Alfred ya se había olvidado prácticamente del asunto, cuando volvió a su casa de hacer los mandados en la feria que quedaba entre la calle Lincon y la calle Danber a 5 cuadras de la casa del jubilado hombre.
Cuando regreso y puso las bolsas de las compras arriba de la mesa le extraño ver que su fiel gato no lo hubiera venido a recibir.
Entonces extrañado por la ausencia del animal, comenzó a llamarlo con un plato de comida en la mano, pero Este no venia.
Desesperado, sabiendo que Toby no era de desaparecer comenzó a buscar habitación por habitación y el gato no aparecía, finalmente se rindió y decidió esperar a que el fiel animal decidiera volver por si solo.
Eran alrededor de las 12 de la noche, cuando sonó el timbre de la puerta, extrañado de ver que alguien llamar a esa hora, fue a atender, cuando salio no había nada salvo una simple caja de zapatos, Alfred entro la caja y al coloco arriba de la mesa, cuando la abrió vio el collar de su gato con una carta adentro, “el gato fue la primera victima, ¿ahora si me va a dar la figura señor Dickens?”.
Alfred furioso y con ganas de llorar dio alerta a la policía nuevamente.
Esta estableció un patrullero enfrente a la casa del anciano hombre.
Aunque esa noche intento dormir le fue imposible, había perdido a alguien más que un amigo, aunque Toby era un simple animal, siempre lo había acompañado y sabía que su ausencia iba a ser muy notoria.
Paso una semana, la policía decidió que el peligro había pasado y que ahora ya podía estar tranquilo.
Igual Alfred no estaba tranquilo, no le iba a dar el gusto de aquel hombre de seguir haciéndole daño, sabía lo que quería y no se lo iba a dar, más por orgullo que por otra cosa.
Al día siguiente Alfred coloco la figura que el hombre tanto apreciaba en su caja fuerte, sin anotar la combinación en ningún lado salvo en su anciana mente.
A los 4 días, Alfred salio de compras al supermercado que estaba a un kilómetro aproximadamente de su hogar, pero era muy económico por eso no le molestaba ir allí.
Cuando volvió, la puerta estaba abierta.
Entro apresuradamente y observo algo que no lo pudo creer.
Todos sus álbumes quemados, sus bellos cuadros rotos, sus pertenencias destruidas, todo había sido revuelto hasta el ultimo rincón, Alfred corrió hacia la caja fuerte y observo que efectivamente, esta seguía en su lugar con la figura adentro, el ladrón no había conseguida lo que había venido a buscar.
Alfred se felicito a si mismo por haber guardado a su figura sana y salva.
Al día siguiente el anciano hombre hizo la denuncia correspondiente y a un dibujante detallo lo que se acordaba de los datos de Martín Lisson, cuando la policía averiguo sobre Este nombre, descubrió un detalle impactante, el nombre era falso, no existía ningún Martín Lisson que coincidiera con la descripción del ladrón.
Ese día a las 6 de la tarde se instalo un auto de policía en frente a la casa de Alfred que vigilaría las 24 horas, Este precisaba protección.
A las 12 de la noche Alfred se acostó intentando dormirse pero los nervios no lo dejaban, sabia que Martín no podía entrar a la casa de ninguna forma ya que la única entrada estaba vigilada, pero aun así el temor no lo abandonaba.
Eran aproximadamente las 3 de la mañana, cuando escucho pasos en la escalera, enseguida sobresaltado se levanto de la cama, agarro el arma se la escondió en la cintura del pantalón del pijama y prendió la luz.
No era el delincuente. Una gran alegría inundo el corazón de Alfred, el pequeño Toby estaba frente a el, mugriento y con cara de asustado, pero vivo. En su collar había algo, una nota: “¿Cuánto esta dispuesto a perder antes de darme lo que quiero señor Dickens? Le devolví a su gato, por favor déme lo que quiero” Finalmente el anciano se rindió. – Esta bien – grito en voz alta – te daré tu pequeña estatua, no quiero vivir mas así esa misma tarde Alfred decidió retirar la denuncia diciendo que ya estaba todo bien. Pasaron dos días más y no se sabía nada del hombre, hasta el tercer día que apareció, toco el timbre como lo había hecho el primer día, Alfred abrió la puerta y lo miro con sumo odio. - señor Dickens, preciso hablar con usted ¿me concedería 5 minutos de su tiempo? -
- le concederé lo que quiere
- tengo un negocio para ofrecerle –
- bien señor Lisson – dijo Alfred asustado y con ganas de que aquel hombre se fuera - ¿Qué clase de negocio me ofrece? –
- preferiría hablarlo adentro si no le molesta aquí afuera hay mucho delincuente y dígame martín estamos en confianza –
- como usted, tome su figura – se acerco a la caja fuerte, introdujo la clave y saco la pequeña figura que aquel hombre tanto ambicionaba. Este agradeció con un saludo le extendió una maleta con dinero, la mima cantidad que había ofrecido la vez pasada, saludo educadamente y se fue. Alfred llamo al gato, pero este no venia como antes, de hecho ahora que pensaba en eso no tenia la forma de ser cariñosa que tenia con anterioridad. Alfred camino lentamente hacia el gato que dormía en el sillón como lo hacia con frecuencia desde su misterioso regreso, cundo comenzó a acariciarle el cuello noto algo, una pequeña mancha marrón, aquel hombre lo había engañado ese gato no era Toby. Alfred no tenia su dirección, su teléfono o su nombre, lo único que sabia que ahora no volvería a verlo a el o a su gato Toby.







Texto agregado el 28-11-2009, y leído por 111 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
28-11-2009 1* porque es muy triste. Iré a buscar un pañuelo. Murov-
28-11-2009 Está muy bien escrito pero es muy triste sonrisa94
 
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