BUSCANDO UN CULPABLE
Creo que tal vez mi corazón no merece una ilusión.
¡No! Un momento. ¿Por qué ser así con un órgano tan atareado?
Como si no fuera suficiente tener que trabajar sin parar, sólo para que hasta la célula más “insignificante”, o mejor, menos importante, crezca, se alimente, tenga energía, madure.
Mi responsabilidad (quizás en agradecimiento a su gestión) es tan sólo darle el ánimo necesario para que siga su labor, tratar de hacer que el no lata (su trabajo), si no que salte de alegría.
Esto es fácil de lograr.
¡Fácil!, no es si no darle amor, que sencillo ¿no creen?
Pero entonces, ¿A qué parte de mí, le debo echar la culpa de la falta de motivación profesional?
¿Serán mis manos?
Pero, si solo quieren acariciarte.
¿Serán mis pies?
Pero, si sólo aguantan el peso de mi cuerpo, porque saben que mis piernas se mueven hacia ti.
¿Serán mis ojos?
Pero, si tan sólo tienen una imagen. La de los tuyos.
¿Será mi boca?
Pero, si sólo quiere besarte, y decir palabras hermosas para ti, que aunque a veces parezcan resbalarte, no le importa pues no tiene oídos para darse cuenta que tú no respondes.
¡Oídos!.
Eso debe ser, que no escuchan una palabra de amor de parte tuya.
¿Será que ellos tienen grabado lo que quieren escuchar?
Creo que ya encontré mi problema.
No, no son mis oídos.
Es mi cerebro. En mi gran estupidez, éste, de alguna manera me hace sentir que:
Te acaricio con mis manos.
Te sigo con mis pies.
Te tengo como imagen en mis ojos
Te beso y te digo cosas hermosas.
Y escucho que tú también lo haces.
¿Cuándo será el día que haga tangibles mis locuras?
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