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Yarará

El espíritu fuerte y sufrido soporta muchas cargas:(…)

En la vasta geografía del llamado “interior”, los días y el sustento aparentan ser similares y predecibles para el común de los hombres, pero el vértigo de vivirlo segundo a segundo y en lo individual, puede hacerlos diferentes e inimaginables.
Fabián y su familia vive en un pequeño poblado fundado en el centro de un exuberante valle rodeado de majestuosas montañas y, como auténtico hombre de campo sus tareas la inicia al alba.
Mientras espera las primeras luces del naciente, se asea, prepara fuego, mates amargos y de a poco el silencio del amanecer empieza a disiparse con los ruidos de animales y el andar de la gente con sus faenas. Rutinas de vidas y ciclos sin pausas que no se dejan pasar inadvertidos, ciclos buenos o adversos ambos cargaran huellas de experiencia para enfrentar los siguientes con la ansiada y necesaria esperanza, puntal imperioso de sus vulnerables existencias.
El llanto de pequeño hijo que yacía enfermo hacia dos días, despertó angustiada a Sara su mujer. Ella levanto al niño y apoyo los labios sobre su frente evaluando que la fiebre estaba cediendo, su semblante lucia cansado, mientras se persignaba con un breve rezo delante de una crucecita que iluminaba una vela ya agotada, luego ofreció su pecho al crío que comenzó a tomarlo con avidez por fin, respiro con cierto alivio.
Fabián desde el patio de su pequeña vivienda de madera, observaba con recelos el canal de riego de los cultivos única fuente de agua corriente contaminada que recorría el caserío del lugar, y recordó las palabras que sentenció el medico:
–Lo enfermo el agua –
El agua potable era escasa. Llegaba dos veces por semanas en depósitos o eventualmente la proveía uno de los patrones de una finca, solo ellos es sus breves estancias tenían en las casas el dichoso lujo esencial que desde hacia tiempo los pobladores naturales venían reclamando sin ser atendidos. Paradójicamente el fecundo y regado valle que lo vio nacer, proveía de agua a casi toda una ciudad; impericia absurda de un hombre indiferente ante una naturaleza sabia y generosa.
-hoy Regresare a la oración- le dijo a Sara-. Mientras evaluaba concienzuda y sutilmente el filo del machete con las puntas de los dedos pasándole una y otra vez una piedra hasta quedar satisfecho del temple, un hierro que ahora relucía aguzado y hambriento.
-El patrón me ordeno limpiar las malezas del canal en la pede montana –le dijo a Sara-.
Mientras recordó en ese instante; una experiencia sin tiempo, cuando un diluvio desbordó el impredecible río y sus embravecidas aguas haciendo memoria, retomaron su antiguo cauce arrasando a su paso animales y las escasas pertenencias del poblado, e inevitablemente también recordó con un nudo en su garganta, el llanto y los gritos desesperados de un niño que esa noche el oleaje enmudeció. Juan… el menor de sus hermanos.
Cargo un morral con agua y comida que sobro de la noche anterior; trabajo y distancias lo iban cansar, beso a sus hijos y con una sobria mirada se despidió de Sara.

Su fortaleza quiere se cargue con los mas formidables pesos (…)
Tenuemente los rayos del sol abordaron el paisaje matizando contrastes en un escenario pletórico de cielo, montaña, valle e indescifrables colores distorsionados por una tenue neblina, era un instante de naturaleza plena, sin intersticios, apreciarla y recordarla es sucumbir ante un éxtasis sin fin.
Fabián tomo el cauce río arriba; el estío y las lluvias arreciaban… y también su ineludible realidad.
A medida que se alejaba y el caserío quedaba atrás se internaba en quintas lindantes saludando a horticultores bolivianos, la colectividad los llama paisanos a estos sufridos inmigrantes asentados en el lugar de hace tiempo y que trabajan las huertas con terca paciencia de sol a sol. Observar los sembradíos alineados sobre la negra y húmeda tierra es un deleite de orden y esmero en un frenético contraste de improvisadas viviendas de toldos, plásticos, cartón y cajones apilados, formando la típica y contradictoria postal entre abundancia y miseria en el portal del esplendido valle.
Fabián Mientras marchaba a paso firme por las picadas marcadas de huellas de los animales, levantaba la mirada y dimensionaba su labor en la espesura de un pedemonte virgen que se perdía entre las quebradas. Una calida brisa comenzó a bajar anunciando una jornada de estío y el inicio de una nueva interacción hombre-naturaleza.
Llego al canal cubierto de malezas, piedras y palos, resaca de la última riada. Presto, el golpe firme del machete comenzó a repicar cortando malezas y raspando piedras generando un sonido metálico estridente e inconfundible que se alcanzaba oír a lo lejos entre ecos que el viento mecía, las horas transcurrían y el intenso calor implacable acechaba.
Hizo una pausa para tomar agua descansando su mano izquierda en el borde del canal ; un sutil movimiento distrajo su atención, percibió un peligro impreciso e indescifrable, al instante el follaje se sacudió e inesperadamente en milésimas de segundos… finas navajas penetraron su dedo índice izquierdo emitiendo un enérgico grito de dolor que, sin vacilación la intuición dibujo en su memoria con detalles, la imagen de la serpiente hermosa, tímida y temible y siempre mimetizada entre las hojarascas.
Fabián con perplejidad y negación descifro en secreto su nombre, repitiendo:-yarará, yararà-
Luego escucho su siseo inconfundible, miro de reojo y vio latiguear su bifida lengua, buscando otra drenadora embestida; rápidamente Fabián se alejo y entro en un mundo vivido cuyas respuestas se dan solas y en actos reflejos.
El veneno como un poderoso narcótico comenzó a recorrer por sus órganos desencadenando una lucha denodada de vida o muerte, sintió pánico y una opresión en el cuello, sintió brotar un sudor frió, sintió un vació en su pecho y temió…temió no sentir mas.
Monte y tiempo se desvanecían, ahora solo habitaban los rostros de sus hijos en la inmensidad del valle; apretó sus dientes y tomo aire, con su mano derecha exprimió el machete en cada espacio de su empuñadura, ubicó sus dedos en el justo lugar no debía fallar, volvió a inspirar profundamente buscando embriagarse con decisión de un guerrero, era el juego del todo… o nada.
La hoja filosa y siempre deseosa del machete destelló en el aire con lujuria hipnotizadora buscando satisfacer su placer cercenador, pero ahora de viva carne en la soledad de complicidad casi perfecta.
Miro la mordida sangrante en su dedo índice izquierdo que se mutaba en la cabeza de la serpiente apoyándolo sobre una piedra aplanada y caliente, de a poco todo en su cuerpo era extraño, elevo sus ojos al cielo e invoco a dios y miro nuevamente su dedo para no verlo nunca mas…
de repente estalló el rojo fluido que brotó de un muñón ahora, decapitado, cayendo al suelo y fundiéndose con el polvo ; esta vez la roja tentación no era la manzana, sino la sangre misma contaminada con la ponzoña que arrastraba cada célula a su muerte como otrora lo hizo otra serpiente con el todo el genero humano.
Se pregunto con incertidumbre y sufrimiento: si tiempo y corte fueron oportunos y precisos, pero también especuló que infaliblemente fueron exiguos para la presurosa y penetrante ponzoña. Tomó su pañuelo y se envolvió la mano; Se supo asediado y vulnerable, pero también se supo de fe.
Dos horas lo separaban de un precario auxilio, resistiré era la única palabra que repetía a cada paso.
Su cuerpo comenzaba a clamar, por todo el miembro y la axila izquierda ahora recorría un dolor calcinante que por momentos imitaban la serpiente enfurecida y zigzagueante, sentía todos sus fluidos a punto de hervir pero su piel la tocaba fría y sudorosa, calambres recorrieron todo sus músculos y mientras desandaba sus pasos por las picadas cada rama que raspaba sentía que lo intentaba arrebatar, su respiración jadeante acompañaba el latido de un corazón galopando en cada centímetro cuadrado de su cuerpo e inexplicablemente en su mente se sucedían imágenes de cada minuto de sus 26 años de vida que de a poco se perdían, en una caótica nebulosa.

Que es lo más pesados héroes?...
La ubicuidad del monte lo enmarañaba y encerraba cada vez mas, por fin logro ver las siluetas de los paisanos, sintió aliento de salvación y entre jadeos comenzó a gritar cayendo de rodillas.
Estaba abatido la ponzoña se arraigaba y su tiempo expiraba.
Apoyo sus manos contra el suelo miro el pañuelo cubierto de sangre y polvo e intento pararse pero sus fuerzas se diluyeron precipitándose nuevamente al oscuro abismo.
En ese momento un crepúsculo mágico lo envolvió con consuelo, en el centro un intenso destello de luz con ojos llenos de lágrimas y esperanzas que lo indagaban mirando el sendero por donde partió esa hermosa mañana… ahora solo quería dormirse.
De pronto algo como un espectro lo levanto sacudiéndolo, el vivo dolor lo acorraló retornándolo a la realidad, tomo aire profundamente y con sus escasas fuerzas exhaló un ultimo grito de auxilio que se extendió con ecos por las hondonadas.
Volvió a caer y luego todo se oscureció.
El valle recuperó nuevamente su voz… el silencio… que ahora hablaba por el.

Así pregunta el espíritu sufrido para tomarlo sobre si y alegrarse de su fortaleza.

Un mes mas tarde el repicar y el brillo del machete volvían pasearse por el valle. Alguien como los ciclos se había renovado, ahora más que nunca con la imperiosa esperanza de cada día.
Curé las heridas del muñón de Fabián y me relató esta vivencia, deduje o tal vez quise hacerlo inconcientemente que salvo su vida por su auto mutilación y la ayuda de los inmigrantes. Me pregunte e inferí con desprolijidad que tal acto de valentía y estoicismo obedeció a un sinnúmero de causas que dan sentido a su diario existir (valle, sufrimientos, serpiente, esperanza, familia, ciclos) tal vez para nosotros sean solo palabras aisladas pero para Fabián representaron un código que ese día su instinto lo dedujo y su resultado fue el culto a el valor que, surge en casi todas las personas en el limite de una lucha o en el instante de una derrota. Fue una decisión de vida o muerte y tal vez algo más. Un mensaje que aun me cuesta descifrar.
Durante los días sucesivos continué indagándome vanamente y juzgué que quizás dios debe existir o al menos nos conviene que exista, una noche bebí alcohol y soñé ser incontables rostros y también fui un machete cercenando mi propios dedos, esa mañana por pena o alarma comencé escribir este relato, y hoy siento que soy todos los hombres en una sola angustia… mi propia muerte.

Julio del 2009
PD: este relato esta inspirado en una historia real.

Texto agregado el 28-11-2009, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


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