El ahorcado

Eduardo iba manejando de vuelta a su casa. Súbitamente divisa mucha gente junto al camino, mujeres, niños, algunos hombres trabajando junto a una pequeña gruta, recordatoria de que alguien murió en ese lugar.
La gente las llama “animita” y ha estado ahí desde que Eduardo se cambió a esa zona.
¡Un pensamiento recorrió su cabeza!. Deben ser parientes del “ahorcado”.
Recuerda esa historia...
Había una casita frente a ese lugar en la cual vivían un matrimonio y sus tres hijos pequeños.
La mujer era joven y bonita.
Su esbelta figura atraía las miradas de muchos hombres y a pesar de sus tres hijos, su grácil andar coqueto y bien balanceado era motivo de atracción. El hombre, ya maduro, era un trabajador del campo que sólo pensaba en su trabajo de sol a sol, y dar lo mejor para su familia.
Un día cualquiera, tuvo que regresar más temprano a su hogar y se encontró con su mujer teniendo amores en su propia cama con otro hombre, que el reconoció.
Su ira fue tan grande que tomando un hacha le asestó un hachazo en la cabeza al amante de su mujer y otro hachazo en la cabeza también a su propia mujer matándolos de inmediato. Luego preso de la locura mató a sus tres hijos de igual manera. Enseguida tomó una cuerda, atravesó el camino y se colgó de un álamo, ahorcándose.
Cuando la gente pasó por el lugar y lo encontró colgando del árbol, dieron aviso a la policía y todo el sector quedo consternado por esta tragedia.
La casa la destruyeron, el álamo lo cortaron y sólo quedó el recuerdo en esa animita que de vez en cuando tiene flores frescas.
¡Todo ese pensamiento duró tan solo un par de segundos!
¡Cuando el diablo mete la cola, se producen los casos mas insólitos!

Tursol