LUCRECIA piensa muy poco y esa es su mayor virtud. En Lucrecia los dolores duran nada y la angustia es solo una corta temporada de calentura y mal humor. Ir y venir no es importante para Lucrecia. Ella prefiere ahogarse antes que perderse en un mundo aburrido.
Lucrecia aterriza siempre en la misma sala, sintiendo ese mismo asco por la rabia y la coca-cola (las vendas en los ojos, la píldora para la arrogancia y el analgésico para la fiebre). Sus luces se encienden pero los frenos no responden. Es en esos momentos en los que Lucrecia empieza a pensar pero al mismo tiempo piensa que ya es demasiado tarde para hacerlo y se deja ir, como intentando desinfectar el orgullo que la atormenta.
Parece ser que el odio le cambia la cara y vuelve a convertirla en una niña salvaje y brutal. Tipo de cambio: 2.59. la ultima noche y Lucrecia se dice a si misma: solo recibí 20 gramos de pura mierda; el corazón se pudre (otra vez).
Lucrecia le partió los dientes a un taxista pero eso no fue sino hasta las cinco. Entre las 10 y las 10:17 se la paso vomitando, temblando al lado del baño de mujeres.
Lucrecia esquiva los mismos charcos y deja clavar su angustia un cuarto para las dos, lejos de la primera fila. ESTOY COMPLETAMENTE SEGURA dice Lucrecia pero se me inundan los ojos, y no puedo (tragarme por el mismo tubo) experimentar con los mismos monstruos y ciertas nostalgias descartables y una depresión que nunca paga.
Drogada
Negrita
I need your help!!
Lucrecia infla su “NO VUELVAS A LLAMARME DE ESA FORMA” y deja un poco de comida en el plato. Se levanta de la mesa y rápidamente se dirige a su cuarto histérica y asustada. Pero lo peor llega cuando el casco le aprieta la cabeza. Guantes y detergente para lavarle el estomago, y una comedia negra para pasar las próximas dos horas tranquila. Junio 2009: drogas y helados. Pedir otra dosis y despedir a la chola que hundió conmigo durante toda la noche.
Cuando la rabia le saca la lengua Lucrecia extiende el nylon de sus alas para meterse luego debajo del suelo como un gusano. Lucrecia empieza a perderse en sus errores y mientras se habla no sabe si se habla asi misma o al monstruo que tiene enfrente y que le hace llevar el cuchillo a la boca, derramando chorros de sangre y jadeando, pidiendo un poco de agua, y apretando sus dedos. Y Lucrecia vuelve a reírse de si misma, con la misma desesperación de siempre, con la misma verticalidad exclusiva de siempre y encantada de vivir en un callejón sin salida.
SUS HOMBROS OSCUROS le tiemblan como una gallina, como una rata acorralada entre las ollas y el frasco de mermelada. Los ojos le brillan como luces negras, arrastradas por una mirada que no va a ninguna parte y luego se pierde. La lengua en medio de los labios, tranquila y nerviosa, inclinando su cuerpo hasta tocar el sillon con sus dedos. Unas ligas sujetan las medias cuadriculadas y los zapatos clavados en el piso verde. Lucrecia respira y luego se coloca una bolsa transparente en la cabeza y la amarra a su cuello con una soga. Ahora la fotografía es perfecta: apagan las luces y tu rostro se enciende.
“NO QUIERO AMOR Y NO TE QUIERO A TI”. Engramparon mi garganta y cogieron mis tobillos y los amarraron a un muerto. Yo podría lavarte las heridas pero arrastraron mi lengua hasta la zanja. Mi corazón ya no me pertenece más.
HOY: Lucrecia de rodillas, desnuda y ensangrentada, pierde el corazón y da vueltas por la cama con unas cadenas sujetándola del cuello. Es un asco atormentar tu cabeza. Quince minutos mas tarde, martes 16 de junio: me equivoque otra vez. Pienso prender la pava y no darte ni un solo toque- le digo. Hoy no quiero vomitar- me responde.
¿Por qué no acabar con esta vida? Se pregunta Lucrecia y la única respuesta que encuentra es: miedo. Da tres pasos y mira a su derecha: cachetadas. La muerte no significa ausencia de dolor. Lucrecia vuelve a encerrarse en su jaula, sumerge su pico en un océano de caritas felices pero... ... por que no ¿?
Hace cuatro meses que Lucrecia no habla y que Lucrecia no quiere hablar con nadie. La semana pasada fue por su culpa su dolor y su vergüenza y el pecho se le quedo en el asfalto atropellado por un autobús. Trece días atrás metió su orgullo en un frasco y lo dejo al lado de los clavos de tres cuartos. El martes Lucrecia abre sus piernas y se viene, y se olvida del cuento de las buenas noches y del mixto de jamón y queso con tomate. El miércoles muerde sus agujeros y no sabe si odiar y simplemente desaparecer el letrero que cuelga del baño y que quizá le importe un pincho: “LUCRECIA: este infierno no es para ti”. Hoy día temprano en la mañana volvió a sentir esa duda y ese malestar primitivo que desemboca siempre en el mismo lugar: nausea. Lucrecia acelera y recoge sus pesadillas solo para “soltar”, para no esconderse de si misma .. . . y para sentirse tan insoportable como el peor de los gusanos.
Cada vez que ella respira y pasa un poco de saliva para poder continuar hablando por teléfono. O como cuando se queda atrás, hincándome con su aguja y preguntándome si me tiro a alguien más, y yo sigo jurando en vano porque ya nadie le cree a nadie pero es mejor que nada. Lucrecia decide mirar a la gente con tanta calma y tanto ardor. . … hipnotizada y perdida como una diosa sin su silla de ruedas; o como el monumento de la plaza, orinado por todas partes. Decide también arrancarse las tripas y volver a sentir un poco de esa angustia, de esa miasma y ese olor ha guardado que tienen los muertos y que tanta paz le da. Un mar de roles, una laguna de ácidos fluorescentes; semáforo en rojo, pinzas amarillas y parlantes. Una barriga húmeda que toca con la punta de la nariz, y se sumerge.
*
UN ANGEL SE COME MI ESTOMAGO Y CON LA MANO DERECHA TRATA DE CALMAR MI PANICO. TENGO UN HUECO en la cabeza que no me deja ver el cielo. Este mundo es una porquería y toda la gente que conozco, apesta. Todos, incluyendo al amor mas grande de mi vida, apestan. Prefiero rodearme de lacras antes que tener un amigo porque es casi lo mismo. Así se juega cuando has ofrecido un corazón limpio y te han pagado con un vomito de puñaladas y desconcierto. Pero así es el juego: básico y simple: salir a la calle y fingir una sonrisa. Fingir que se confía en alguien. Fingir que la vida ya esta hecha, fingir que todo esta bien fingir que no quiero saber y aceptar que el pantano es un buen lugar. Atravesar la puerta y mirar como se pudre la vida por dentro, odiando a todos los seres queridos. Desaparecer porque es la única solución y porque mi corbata no va con mi orgullo y porque mi cabeza se canso de seguir. Abrir la Cienaga de contradicciones y asfaltar el camino y volver apretar las muelas para que nadie me encuentre. Estoy sola, me siento sola; pero nada me acompleja. La soledad es el único sentimiento que siempre ha estado conmigo, que no me ha abandonado nunca. Ya no hay diferencia entre un segundo y la eternidad, entre un clic y un shoot me. No se puede confiar en alguien que te ha clavado un fierro por la espalda. No confio más ni en el jefe ni en el ángel que me venda los ojos para que no exploten; nunca mas una fiesta para mi, nunca mas un arcoiris violento penetrando esta rutina y esta desesperación. YO SOLO QUIERO MI CUARTO VACIO Y OSCURO.
ASI ME QUIERO QUEDAR.
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