Se aproxima a la puerta, y con temor, toca:
Toc, toc (la ansiedad hace presa a su cabeza)
La puerta se abre lentamente…
_ Si, dígame?
_ Buenos días. Vengo a hacerle una petición.
_ Petición? A mi? … bueno, no serás la primera ni la última en hacerlo. Dime, que quieres?
_ Vengo a pedirle… no, vengo a suplicarle que por favor venga conmigo.
_ Contigo? Estás loca?
_ Si, estoy loca, lo sé. Siempre lo he estado, pero esta locura no me ayuda a no pensar.
_ Y? yo no soy psicólogo.
_ Lo sé, pero eres el único que puede ayudarme.
_ A todas estas no entiendo… exactamente que puedo hacer por ti?
_ Quiero que entres a mi corazón y te apoderes de él, necesito que te robes cada pensamiento, y que hagas tuyo cada sentimiento de mi alma. Es urgente que hagas de mi tu morada, y que me vistas de tu esencia. Sólo me hace falta que entres a mi vida para poder empezar a vivir de nuevo.
_ Y tu crees que es así? Tan fácil? Pues no! Ves esa larga lista ahí a tu lado? Bueno, todas esas personas quieren lo mismo que tu, y muchas hacen peticiones mucho más ingeniosas, así que te agradezco no me molestes más; anótate de última en la lista, cuando llegue el momento iré por ti.
_ Y cuando es ese momento?
Dijo con lágrimas en los ojos…
_ Cuando te des cuenta que tu misma me impides llegar a ti…
Y en ese momento, y con desdén, el olvido cerró la puerta sin despedirse… |