¡Quiero una pizza!
Hace varios días que tengo ganas de comer una pizza, de llenar mi estomago de esa masa esponjosa, suave y rica, con queso derretido y jamón. Tengo hambre, pero no quiero otra cosa que no sea una pizza. Recuerdo que todos lo fines de mes solía comprar una con el Jorge, en la época en que aun éramos compañeros de trabajo, era un rito, una celebración, la culminación del mes recién pasado, una victoria de tantas batallas ganadas, a veces perdidas, pero era como el fin de algo y había que celebrarlo, fuera bueno o malo, no importaba.
Me gustaría comer una pizza, pero no hecha en casa, sino de esas que pides por teléfono, hechas sin amor ni cariño, solo con la intención de suplir una necesidad, que es comer sin remordimientos. Quisiera poder encontrarme nuevamente con esos sabores y olores de felicidad, perder un poco la dignidad al chuparme los dedos después de devorar un trozo, rico y apetitoso de pizza; me gustaría sentir que la boca se me hace agua nuevamente, con solo mirarla y acompañarlo todo con una bebida, nada mas simple que eso.
Miro el teléfono con la intención de llamar a Telepizza, busco el número pero no lo encuentro, escudriño en mi billetera para saber si me alcanza para alguna de las promociones de esta pizzería, coloco mi mano sobre el auricular, pero antes de levantarlo, el aparato suena. Levanto. El Gustavo llama, comienza a hablar y me cuenta cosas de las cuales no me quiero enterar, como: Sus conquistas de fin de semana, fútbol, trabajo, carrete, etc., etc. ... Desde luego pronto se da cuenta de que estoy aburrido con lo que me dice y se empieza a despedir, pero antes noto por su tono poco pulcro para hablar, que esta comiendo algo. Le pregunto que es, porque tengo hambre y curiosidad. Una pizza responde y cuelga con un poco protocolar: ya chao. Después de la conversación, pienso y me deprimo al saber que cualquiera disfruta de mis placeres de antaño, de mis glorias pasadas, de las cosas que me hacían sentir vivo. Me quedo sentado mirando el teléfono y creo que es verdad, que todo el mundo se queda con lo que mas quiero. Es otro el que se come mi pizza, es otro el que tiene el poder, es otro el que tiene estudios universitarios, es otro el que tiene un trabajo decente, es otro el que me basurea, es otro el que se queda con mis amigos, es otro el que gana, es otro el que se queda contigo... Cathy... Cathy... Es otro el que mira tus ojos y siente tu piel, es otro el que te ve amanecer y siente el calor dulce de tu respiración, es otro el que se siente orgulloso de tenerte a su lado y yo, solo quiero una pizza, para terminar con esta etapa, con esta derrota. Para festejar por lo increíblemente sempiterno y destructivo que es este dolor.
Después de todo, igual puedes celebrar una derrota, puedes reírte un poco, de las paradojas que te restriega la vida en tu cara. Puedes reírte un poco de que estas cosas también pasan en la realidad y no son solo parte de un libreto de alguna serie norteamericana. Después de todo, igual puedo celebrar que soy un loser total.
Otra vez miro el teléfono, ahora me decido y marco el número. Ocupado. La pizzería no queda tan lejos, solo esta a cuatro cuadras, podría ir caminando, pero no lo voy a hacer. ¿Para que?, ¿Para que seguir luchando por una batalla perdida?.
El cuervo__
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