Casi no tuve infancia. Disfruté muy poco mi adolescencia. Ya tengo 18, ya soy legalmente un adulto, y un amigo me dijo que solo escucho lo que me conviene, como los abuelitos. De todas maneras nunca estuve pendiente de la próxima salida a jugar, de la próxima rumba. Siempre pendiente de libros, de trabajo, de conocimiento y sabiduría. De vez en cuando salía a rumbear, de vez en cuando iba a manejar bicicleta con mis amigos. Fui feliz una vez en mi vida. Ahora me di cuenta de que me veo muy bonito sonriendo porque sí, así que trataré de sonreír tanto como pueda. No puedo mantener una sonrisa mientras que estoy triste, y alcanzar la felicidad de nuevo significaría ignorar de nuevo y ahora que soy un adulto no me puedo permitir eso. Ya no puedo confiarme. Me da miedo, lo acepto.
Ya estoy listo para cosas nuevas. Ya me resigné a que ese enamoramiento adolescente no se va a dar en mí, ya se venció el límite de tiempo y lo que obtuve antes de que se venciera ese límite acabó siendo solo una preparación para que comenzara mi madurez. De verdad me hubiera gustado haber sentido ese enamoramiento inocente, de dos niños juntos que tienen la vida arreglada y solo les queda decirse a escondidas de los inquisitivos ojos de la sociedad “te amo”. Nunca supe y no sabré si mi mejor amiga tuvo esa suerte, ella tampoco lo sabe, pero sabe que todo lo que ella dijo e hizo fue sincero. Me alegro por ella que si tuvo esa oportunidad. A escondidas de la sociedad, pero ellas iban tomadas de la mano cuando salían juntas. Y los dedos entrecruzados. Novias. A lo mejor yo estoy para otras cosas, y lo último que debo hacer es preguntarme por qué ellos tienen lo que yo no tengo y vivieron lo que yo no he vivido, igual, mi vida solo debe interesarme a mí. Y ya como adulto debo aprender a ocuparme de ella.
Aún así, tuve cosas que no todos los niños tienen o tuvieron. Mi papá me arropaba todas las noches y apagaba la luz. Mi abuelita me hacía rezar el padre nuestro, las avemarías y el angelito de la guarda todas las noches. Me consintió mucho. Mi mamá fue el brazo fuerte. No desarrollé carácter por ella, pero sé que heredé su temperamento, al igual que heredé el de mi papá. Tuve también la oportunidad de estudiar en un excelente colegio, de conocer personas muy interesantes. De tener amigos maravillosos. De saber que era confiar. De saber que era la tranquilidad. De saber que era la felicidad.
También supe de dolor. De pérdida, sacrificio y de hipocresía. Pero sobre todo de dolor. Y ahora sé mucho de envidia. A veces me pregunto por qué mis amigos de acá no son como los de allá. Allá tengo una vida muy tranquila en los barrios y clubes de estrato medio, por el alto costo de aparentar mucho. Acá no aparento casi nada. El premio son amistades muy sinceras. El precio, estoy rodeado de gente que me puede influir negativamente.
Creo que sé más sobre dolor que de cualquier otra cosa. Y es lo que estoy experimentando ahora. Una mezcla confusa de alegría, miedo, envidia y dolor. Ya me resigno a muchas cosas ahora. Aunque hay otras que definitivamente no soporto, como el ridículo tamaño de estos apartamentos. Es verdad que toca densificar, pero yo quiero llevar las casas de dos pisos a las nubes. Apartamentos tipo dúplex. Y diseñados de la forma más espectacular que se pueda. Me parece terrible como condenan a la gente a vivir en espacios pobremente ventilados, comprimidos y poco funcionales.
Y mis sueños para el futuro. Si mi vida laboral comienza en Bucaramanga, quiero un apartaestudio en Sotomayor, o en un sitio decente. Propio, obviamente. Luego me voy a Bogotá a hacer la segunda especialización, vendo el apartaestudio en Sotomayor y compro un apartamento en Chapinero. Ah, y por ninguna razón dejaré de estudiar, escribir y dibujar. Después me voy a Europa. Allá si me toca en cuartico de pensionado todo el tiempo, pero quiero aprender mucho. Cuando regrese a Colombia, que sea a Bucaramanga. Otro apartaestudio en Sotomayor. O tal vez Cabecera. No me gusta Cañaveral. Y cuando gane lo suficiente, compraré una casa en La Fontana. Llamaré a Ela y tumbaremos las cuatro casas en la Aurora para construir la unidad habitacional Saturno. Será súper regio. Todo con el favor de Dios. No soy muy creyente en la religión.
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