¡Va bajando, ahì va, mi marido se ha muerto, noooooo no puede ser, me duele el corazòn! No puedo controlar mi llanto, esto es como una pesadilla, siento que muero con el....
Han pasado 9 meses de su muerte y siento el mismo dolor que cuando lo vì en esa sala mortuoria:Tieso, enjuto, lleno de sangre, tratando de vestirlo para recostarlo en su ùltima morada, un cajòn...
En las noches solo lloro, tiemblo cuando veo aùn intacta su ropa, cosas, zapatos, fotos, sus escritos y por màs que quiero disimular para no preocupar màs a mis hijos, muero de dolor.
El fue un hombre tan vital que pensé que era inmortal. Siempre tan buen padre, buen amigo, entusiasta, que no puedo concebir la vida sin su mano, su abrazo, su amor incondicional.
Tratè de pensar en rehacer mi vida, haciéndole caso a consejos de amigas. Accedí a salir con uno o dos pretendientes y aparte de tomar un cafè, solo recibì insinuaciones que todo debìa terminar en un motel.
Ahora algo me tranquiliza y es saber que, lo mejor es vivir el duelo tranquilamente, recordando lo mejor de esos años acompañada, no esperar nada especial y si lo hubiese, tendrà que ser alguien que supere en su totalidad, a ese hombre que partiò a la ciudad de la luz.
(testimonio de un dolor reciente y cercano a la fecha de cumpleaños de mi cuñado Carlos Jimènez.
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