CUENTO
Un cierto día como cualquier otro, salió Lucía hacia el centro de la ciudad, caminó un poco, y tomó un bus de transporte público, el que lo dejó a unas cuadras de su destino. Después de hacer lo que le hiciera dirigirse hasta el centro de la ciudad, decidió regresar a casa, para lo cual, volvió a tomar un bus. Lucía, cada vez que subía a un bus, lo hacía, tomando todas las precauciones del caso, pues este tipo de transporte, se caracterizaba, por brindar muy poca seguridad a sus usuarios, ya que a este, subían muchos amigos de lo ajeno y hacían de las suyas, (a más de que ella ya había sido víctima de estos individuos por algunas veces) por lo que había decidido, no dejar que esto le pase nuevamente, lo que le obligaba, a andar prevenida y muy alerta, exagerada en precauciones y presunciones; a todos veía mal, y, andaba siempre a la defensiva. Cuando Lucía subió al bus, a su lado, se sentó una mujer, de un aspecto “para ella” sospechoso, por sus ropas y su apariencia personal; Lucía, tomó precauciones, cambió de mano su bolso sosteniéndolo con fuerza. El bus ya había recorrido algunos kilómetros, y Lucía se acercaba a su destino. El recorrido se desarrollaba en forma normal, y sin contratiempos; Lucía, que andaba nerviosa y alerta, siente algo en su mano izquierda, es decir junto a su compañera de asiento, y en eso, se percata que su reloj pulsera, ya no estaba en su brazo; muy tranquila, saca una lima de uñas de su bolso, y le hinca con esta a su compañera de asiento, pues había prometido, que no se dejaría robar otra vez; al hincar el instrumento en el costado izquierdo del abdomen de su compañera, le advertía entre dientes, -Dame el reloj- -Dame el reloj- Su requerimiento dio resultado, la señora que estaba sentada a su lado, le entregó el reloj, Lucía, inmediatamente se bajó del bus, unas cuadras antes de llegar a su casa. Una vez en casa, saluda con su madre, muy alterada, y al mismo tiempo satisfecha, comenta a su madre lo que le pasó, haciendo hincapié en que, no se dejó robar y alardeando, de que recuperó su reloj; su madre, al oírla se queda pensando, y le pregunta ¿Qué reloj hijita? -Tu reloj está aquí, te has olvidado junto al lavador de los platos- Lucía se sorprende, y no cree lo que ve; ¡Hay Mamá! acabo de robar un reloj. Y así fue; la psicosis en la que se encontraba, le hicieron actuar sin pensar, viviendo una realidad preconcebida por ella, algo que a toda costa quería evitar, y en ese momento se hacía realidad, se sugestionó tanto en ello, que Ustedes ya ven los resultados. ¡Moraleja! no te dejes llevar, predisponerse te puede traer serios problemas…
Nota: Este cuento está basado en la vida real.
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