Apretaba, no mucho pero se sentía como el aire escaseaba; la mirada perdida entre pesadillas alquiladas, callaba.
Que decir; las palabras esquivaban las orejas perforadas y sucias; el todo parecía tan poco. El tiempo traicionaba y las manos sudaban, mientras la incertidumbre se dibujaba en lo antes mencionado... que perdición, nada es verdad. Las promesas son como dulces devorados por un enjambre de bocas tuertas.
Mientras tanto un sentimiento, que bien podría ser un acústico dolor diarreico agudo, punza el ombligo y el ahora palidece; los gritos se ahogan entre almohadas imaginarias y la frustración persiste.
Los días son como torpes bailarinas, que derrochan ritmo en conductos sordos y cansan los pies en pausa; la naúsea reaparece y quizás todo sobra, aun cuando falta y aunque esto sea poco, los silencios se atoran entre recuerdos olvidados y un quejido brota. El esquelético cuerpo se extremece, las mariposas mueren y el bosquejo permanece; nada es cierto y la oscuridad mece, abraza, amamanta el miedo de por siempre estar amarrado a lo ausente... de existir.
Como caminar y aparentar que se esta aquí; las paredes se arrugan, tal vez sudan inundando los latidos cansados, usados, vendidos por un escurridizo vistazo; los gestos descoloridos huyen, se escudan tras la vieja puerta, dejando en el pecho tan solo un afónico lamento, que nombra lo ya perdido, aquello esfumado y ahora atorado entre la salvajada y la desdentada risa.
Pero el cuello agoniza, estalla en medio de frases popularmente célebres y el tiempo se calla... sólo queda un racimo de miradas perdidas y la certeza de por siempre existir... Aun existes!
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