Tal vez no sea la mejor de las costumbres
poner todo entre paréntesis
anestesiar los recuerdos
como si no fueran ya un reposo
de nuestra tibia y dilatada memoria.

Quizás lo mejor tampoco sea
acurrucarse al dolor ajeno sembrando
manos solitarias, pálidas, innecesarias
porque después de todo
ya basta con nuestro plazo personal
como para cargar el de otros, otras.

Como si fuera poco
el tiempo para pensar no acompaña a los resultados
tengo vértigo de perderme de mi mismo
una luciérnaga me advirtió
que el lugar más lejano del planeta
era a la vez el más oscuro;
no conozco su lenguaje.

Es tan difícil prescindir de su presencia
la vida se parte en mil instantes
cada uno con memoria de futuro
la más frágil y a la vez
la única que me recuerda
que es imposible sonreir a medianoche.

Tu sombra me señaló el camino
yo no juego a las adivinanzas
tampoco doy ventaja
como si fuera una carrera
me alejo del bosque, de tus mil nombres
metáforas y de cuánto me regalé
para tratar de tocar el fondo mágico del mar.

Pintaste un arco infinito sobre las huellas
para girar extraviada y así
vivir como si fuese un instante el camino
dejando pasar cada color
como los espejos de la estación
a la que no llegaste.