Ricardo Heredia
FUERZA DE VOLUNTAD
Es harto sabido que las cosas desconocidas o que se alejan del intelecto de los seres humanos han sido vinculadas a fenómenos mágicos y llenos de superstición. Es el mundo de los mitos, realidades fantásticas donde todo tiene una explicación. Así sea para dar confianza a la incertidumbre de la que uno es víctima.
No podemos asegurar que la magia exista y que los hechos ocurridos al margen de la realidad convencional, no puedan hacer parte de ella. El escepticismo del que fui preso desde el momento en que mi padre falleció, no impidió que se abriera una mayor posibilidad para el acercamiento con otras realidades.
Dicen que hay objetos que tienen el poder de atraer a una persona y doblegar su voluntad. Por ese entonces tenía una única amiga llamada Lucía. En ella depositaba más que mi confianza. Era joven y creía estar enamorado, pero no me atrevía a manifestárselo por la manera en que ella se refería al amor.
-La verdad yo no creo en el amor- decía con total despreocupación –prefiero gastar mi tiempo apagando cigarrillos, que oyéndole las cursilerías a cualquier pendejo por ahí.
-¿De verdad? las mujeres que quieren mostrar su coraza, caen con tanta facilidad… no tengo ejemplos a la mano pero tú me entiendes
-no no no, no me venga con bobadas, usted sabe que yo hago lo que digo.
A las tres semanas conoció a Fernando. No pudo ser más brutal la traga de esa mujer. El hombre (que era un poco mayor) parecía enamorado, o al menos quería aparentar que la amaba. La suya era una relación muy extraña. Desde que lo conoció empezó a estar menos con nosotros. En un principio creí que tanta zalamería no duraría más de dos, como mucho tres meses. Sin embargo helos allí rumbo al altar donde se juraron amor eterno y esas otras pendejadas.
Fernando conoció a Lucía en medio de tragos y palabras enredadas. Por lo que imaginé una efímera relación de momento, estaba empeñado en creer que iba a ser pasajero pero no lo fue. Todo parecía indicar una cierta estabilidad entre ellos y me arrepiento de no haber hecho nada, cuando el tiempo aun estaba a mi favor.
Ellos se conocieron, en el festival anual. Lucía estudiaba literatura y había creado por entonces grandes vínculos con los poetas malditos, especialmente Rimbaud. Creía identificarse con su rebeldía y rechazo por los modelos establecidos de sociedad. Una y otra vez había estado en medio de fuertes discusiones sobre la defensa de los derechos de las mujeres y aunque no se consideraba feminista, su círculo de amigas era cien por ciento militante.
El gran acervo cultural de Lucía la convertía en una mujer extremadamente racional. Lo que estuviera por fuera de toda lógica carecía de su interés intelectual, al punto en que cuando se presentaban conversaciones sobre los extraños fenómenos que experimentaba Óscar, su compañero en la agrupación de rock de la que hacía parte, ella simplemente acudía a la ironía. Se burlaba discretamente quizá para conservar su personalidad escéptica. Aunque en el fondo admiraba esos relatos, no podría asegurar si por la experiencia misma de quien la vivía o por la creatividad de la anécdota, el caso es que de ahí salían excelentes canciones para la banda.
Fernando no contaba con más de 24 años. Sus comentarios y bromas eran estúpidos y los primeros días noté a Lucía muy incómoda. Ahora es todo lo contrario parecen salidos de un melodrama. Fueron tres largos meses de búsqueda para descubrir la causa del cambio tan radical de mi única amiga. Solo pude notar que desde que salía con el tipo tenía puesto un anillo con una piedra de color rojo.
-me lo regaló ayer cuando me llevó a la casa de sus padres- no podía creer el tono con que me lo decía. Parecía una estúpida
- ah… y cómo eran ellos- preguntaba más por inercia que por una decisión.
-nada en concreto, parece que vienen de Jamaica o algo así- lo dijo con afán y al descubrir que Fernando la esperaba salió casi sin despedirse.
Pude notar que en cada encuentro con la velocidad de sus palabras no podíamos entablar una conversación como las de antes. Eso me estaba aniquilando ya no tenía con quien hablar y solo los rayos de luna que se metían por la ventana servían de entretenimiento para dormirme.
Pude confirmar que él la tenía vigilada cuando contestó una llamada mía.
-Porque mejor no la deja tranquila, ella está conmigo. No debería buscarse problemas- no me dejó responder una palabra. Me colgó en el acto.
Desde eso pasaron varios días antes de recibir noticias de Lucía. Al tiempo que me apartaba de ella, me acercaba a la verdad de Fernando. Fue una tarde cuando por casualidad lo encontré saliendo de una agencia de viajes. Traté de hacer unas averiguaciones.
-sí… buenas, lo que pasa es que un amigo de mi novia quedó de encontrarse conmigo aquí pero no pude llegar mas temprano, usted me puede decir si tal vez vino?
-cómo se llama-
-Fernando, creo-
-no no tengo ninguna visita de alguien con ese nombre-
-sí tal vez vino y no me pudo esperar. La cita era hace 20 minutos-
-ah si pero no se llama Fernando es Fabricio-
-a veces confundo los nombres y dígame dejo establecido algún itinerario?
-ahora que lo pienso, su comportamiento era un poco extraño -
-Por qué lo dice?
-¿el viaje era para usted y su novia?
-sí ¿por qué?
- pues parecía que era para él, tenía mucho afán por salir del país y solo-
-gracias…
-Mabel.
-gracias Mabel mejor voy a conversar con él-
Cuando salí estaba más confundido que al entrar. Por un momento pensé en que estaba planeando su luna de miel, pero no fue así. Por qué iba a salir solo. Me dirigí a casa de Lucía. Me recibió su mamá porque al parecer Lucía estaba enferma.
-La noto rara, hasta hace dos meses era tan activa, ahora se la pasa encerrada todo el tiempo. Me preocupa que le pueda estar pasando algo. La relación con ese muchacho no me gusta.
-a mi tampoco doña María, estoy tratando de averiguar que esconde el tal Fabricio-
-cómo, no se llama Fernando?
-no señora-
-hablemos con la niña-
Estuvimos largo rato frente a la puerta y no hubo respuesta. Entonces doña María trajo una llave de la puerta, de esas que las mamás tienen “por si acaso” abrió cautelosamente por si estaba dormida. El caso era que no había rastro de ella. Lo que notamos fue el desorden tan grande en su cuarto. Avisamos de inmediato a las autoridades.
Cuando salí pude llevarme conmigo lo que parecía el diario de Lucia. Leí algunas de sus paginas, las últimas para ser exacto, no quería violar su intimidad.
Septiembre 2/08
3:00 pm
Hoy me levanté con un guayabo de los demonios y este bobo que me llama todo el día. No pude aguantar las ganas de decirle que se muriera, que madurara, había sido solo un bacilón. Pero el idiota insiste en que nos veamos la última vez. Voy a ver con que me sale.
Septiembre 3/08
9:00 pm
Le recibí ese estúpido anillo para ver si me dejaba en paz, no quedó satisfecho hasta que me lo puse pero el muy despreciable fierro no quiere salir. Intentaré sacarlo con jabón mañana. Hoy estoy rendida.
No podía creer lo que oía. Detestaba al tipo. ¿Qué le hizo cambiar de parecer?
Noviembre 7/08
Hace mucho que no escribía. Fernando me ha hecho caer en cuenta de las muchas veces que cometemos errores. Hay páginas en mi diario que no hablan bien de él y eso es un error. Y me dio rabia tal vez cuando venga arreglo este tiradero.
Me duele un poco la mano. Después de ver a Fernando le pido que me lleve al médico
Esas fueron sus últimas palabras y las conocí en papel, nunca más pude oír de nuevo su voz salvo en los recuerdos que me bombardeaban como castigo quizá a la falta de empeño, de decisión, por que si hubiera sido más incisivo tal vez ella estaría ahora conmigo.
|