Se revolcaron felizmente por la alfombra, tomaron la pequeña torre Eiffel de porcelana que mamá tenía como recuerdo de su viaje por Europa y la hicieron trizas. Comieron galletas hasta cansarse de ellas y rayaron, como grafiteros rebeldes, las blancas paredes de la sala. Jugaron con los discos de papá y los lanzaron por la ventana. Uno de ellos lloró por las rozaduras del pañal y el otro se quedó dormido para luego despertarse y volver a comer galletas. Todo eso hicieron los traviesos bebés de tres y cinco años mientras su madre agonizaba en el cuarto de baño con las muñecas ensangrentadas y mucha espuma en la boca.
Texto agregado el 24-11-2009, y leído por 265
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el infeliz de zambombo escribió en mi libro de visitas: "hola resentido de mierda", jajajaja... pobre infeliz riverdelpuerto
06-12-2009
1* riverdelpuerto
01-12-2009
ouch!!! Impactante y duro. ¿Si te cortas las venas te sale espuma por la boca? larsencito
29-11-2009
Este también está bueno (vengo leyendo de más nuevo a más viejo). Si la sorpresa es esencial en el cuento... esa parte está muy buen cubierta. 4* ClaMa
24-11-2009
Hay que estar loco para escribir estos relatos excecrables o pensar excecrablemente para escribir cosas tan locas. De todas formas ¡muy bueno y original! deletreando