COCINERA SE NECESITA.


Parte 1

Aconsejada por médicos busqué trabajo.
Un día domingo del mes de febrero del año 1988. Compré el diario Clarín, abro la página de clasificados, un aviso chiquito que me pasó inadvertido a la primera hojeada lo descubro al releer por segunda vez la columna y decía: Geriátrico “Los abuelos” necesita cocinera, calle San Lorenzo y el número que no recuerdo. Remarqué con el lápiz, al día siguiente, lunes, temprano me encaminé hacía el lugar esperanzada. Al llegar toco el timbre, miró la hora, justo la que decía el matutino, no me atienden. Vuelvo a llamar, ya más segura, ya más segura. Está vez me abren, preguntando:
—Sí, ¿Qué desea?
—Vengo por el aviso de una cocinera —respondí. Y sigo diciendo con una sonrisa— ¿Con quién puedo hablar?
La respuesta seca borra mi mejor intención de agradar.
—Vuelva más tarde, el director no esta.
No pude agregar nada, la puerta se cerró en la cara. Caminé dos cuadras decidida a volver, enrolle el periódico al llegar a la esquina encontré una parroquia abierta, entré dispuesta a hacer tiempo, deje que ese silencio reinante de esa nave penetrara en mí interior, alejando a los augurios que intentaban ganarme. En esa quietud, mirando a ese Cristo crucificado, me encuentra un sacerdote muy joven, al acercarse se presenta:
—Soy el padre Marcos —y me interroga— ¿Qué esta haciendo tan temprano en el templo?


Sigue mañana...
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