La tarde cerró sus parpados,
la noche desde la esquina
desplegó sus velos oscuros
cubriendo todo de sombras
en las horas que dan sueño.
El viento saludó a los árboles
con su letanía de siglos
los sapos del charco cantaban
esa zamba tan antigua
los grillos con sus violines
armonizaban el plenilunio.
A lo lejos se escuchaba
un rezongar de vihuelas.
El hombre solo cabalgaba
en su tordillo incansable.
-¡Que linda se ve la luna !
Dijo el jinete de pronto
deteniendo su andar
para elevar una plegaria.
Y todo se detuvo,
el mundo se quedó quieto
el hombre con gran respeto
alzó sus ojos a lo alto
y a Dios saludó contento.
Leonor Leiva Abarca. “Torres de Apoquindo”
Texto agregado el 24-11-2009, y leído por 344
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Lectores Opinan
26-11-2009
Es muy bonito. Tiene ritmo y es suavecito. Mis estrellas. currilla
24-11-2009
Buen poema, el ritmo es excelente, me gustaron las imágenes, me parecen muy bellas. 5* papalotlyaguar