La pelusa de tu saco
esta pegada
como una flor sin pétalos,
se desvanece
como un amor sin esperanza,
se pierde
en un remolino que aumenta
en cada vuelta.
Tus ojos soñadores no advierten
la pelusa oscura
que no permite que te mires
en el espejo,
aquel que está en nuestro cuarto
solo, descascarado,
sumido en el olvido ya pasado,
mis ojos ven,
mis manos tocan cada parte
de su marco,
mi piel se pega como fuego ardiente
escarlata, crujiente.
La noche se va desolada, indiferente,
dos que no reconocen
sus sueños, los de ayer que pasaron
por las líneas espejadas.
Un momento crucial de nuestras vida,
solo silencio olvido.
Vergüenza de no saber salvarlo
nostalgia de sal,
Amores idos, tu paso y el mío
brotan roídos.
Momentos de tristeza que agoniza,
el cristal no soporta
tanta desolación y borra nuestras
huellas de ayer,
no quiere devolvernos las figuras,
mi vestido blanco
se fue tras el sin que pueda tomarlo,
tu traje se diluye.
Nos alejamos sin rumbo, sin fe, solos
adiós nos decimos,
sin mirarnos, sin hablarnos, sin sentirnos.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI
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