Aquel que halla decidido voluntariamente, ser el engranaje de un Dios, no lo juzgo, pero se le hace irreductible ser un buey más del rebaño; moralista rey de la rutina. Aquella abstracción a la que llamamos equilibrio entre corazón y cabeza, no es más que una ley divina; un recurso anti-hombre que atenta contra la "realidad" y los instintos. Ese equilibrio, esa perfección, no es más que la cura que lo sublime dispone para desmembrar el caos y estabilizarlo con el mismo hombre. Aquel que halla decidido voluntariamente, ser una herramienta más de ese Dios, no lo juzgo, pero este hombre, al querer encontrar su salvación, en el fondo no encuentra más que redención; pero eso sí, maquillada muy bien por la calma y lo apacible de un paraiso inventado. ¡Felicidad ilusoria! !Falsa y banal!

¡No! ¡No seré ese siervo del exilio! No caeré en la dicha de la aflicción, ocasionada por el miedo impregnado por el ordenamiento de un Hacedor desconocido.

¡Esta es la vida! ¡Este es el vino! ¡está maldita y está bendita! No hay jerarquía. Es homogénea, es una reliquia mundana que, en vista de su escaséz temporal, está hecha para ser consumida y explotada con todo fervor. La vida es sueño de escritor catártico; una fantasía orgásmica llena de pasión y sangre, y no de timideses abstractas.

¡No! No seré más el dévota sacrificado por un ideal que divaga en la dimensión etérea, eso es para los débiles; mi símbolo es el desengaño, aquel que es fiel a mí sin yo tener que ser fiel a él, un ideal nihilista, "anti-ideal" que camina en cuatro patas en la tierra y no en el abismo de la salvación, que camina junto a mí sin que yo camine junto a él. "Tal vez a lo sublime le dé igual que el egoista le añada tiempo a lo eterno y se funda con la naturaleza, o tal vez si le importe; el caso es que de las dos formas hay indiferencia y egoísmo". En ese sentido, así sean enemigos o esten aliados, daría lo mismo creerle al Diablo o creerle a Dios. ¡¿Es esto lo que se puede conocer como desesperanza?!

No me importa, lo único salvable es que llegará el momento en que el hombre tendrá que reclamar su puesto como hombre, y no como hijo de Dios o lacayo. ¡Así Pues! Que Reine el caos y el desequilibrio. Que reine lo más imperfecto y vulnerable del hombre, que no nos protejan más los demonios del cielo.

Esto es un grito desgarrado que doy por la humanidad, lo sublime es sublime y no hombre, llegó el momento en que el hombre reclame con sus actos lo que lo sublime le ha quitado.

En cuanto a mí sangre, no me interesa la monarquía metafísica ni mucho menos la revolución disfrazada (!Esto no es revolución!). No me interesa ni fama, ni poder, ni prestigio; lo único que me interesa es la preservación del alma romántica: el delirio del loco, las obseciones del escritor, las musas del poeta, los fantasmas del artista, la lágrima del payaso; en fin, solo me interesa la sangre que derrama el enamorado por su ausencia.

Jajaja. Me río del equilibrio corazón-cabeza. Seré un corazón sin cabeza, ardiendo en el infierno de la seducción. Enamorado de la herida y de la vida, atrevesaré valles y montañas, lunas y soles, mundos y universos, cielos e infiernos, sin llegar a ninguna conclusión, solo importarán los espásmos del camino.

Seré un corazón sin cabeza, un olvido que derrama recuerdos y pasiones, un corazón sin cabeza, y nada más que eso.