¡Linda moral!
¡Burgueses acorazados de grasa y de buenas costumbres!
(Adán Buenos Ayres. Leopoldo Marechal)
Los angelitos culones de Buenos Aires
se divierten de lo lindo
cuando los muchachos descamisados
del conurbano
asustan a los hombres pulcros de Capital.
Los angelitos culones de Buenos Aires,
borrachos como una cuba,
toman cerveza y fuman marihuana
en las tardes
meando sobre
las cabezas
de los asustadizos habitantes de Almagro
que toman té con masas
en Las Violetas.
Las damas y los señores
contemplan,
con sus ojos vacíos,
la lluvia,
mientras tragan miedo
paseando perros de raza
que ladran
a los angelitos culones y borrachos de Buenos Aires.
Entre los vómitos de las bailantas
y la basura acumulada en una esquina,
un poeta escribe
el poema frío
como helado de vainilla
como moneda de un peso reluciente
como dientes postizos
de dentista
como policía enamorado.
Los angelitos culones y borrachos de Buenos Aires
comen gusanitos azucarados
para sentir mariposas en el estomago
con el amor
y las resacas.
A los asustadizos habitante de Almagro
nunca un tigre
un cóndor
un lobo
les devorara las sienes
ni los ojos vacíos
inyectados por adrenalina.
Solo seguirán comprando cremas para las hemorroides
y los pasteles
y untaran las tostadas con dulces
por la mañana.
Sin agonía
sin tragedia
sin lucidez
sin lujuria
sin una pizca de dulzura.
Texto agregado el 23-11-2009, y leído por 120
visitantes. (1 voto)