¡Cielos! Tirado en mi cama, boca arriba. Una sonrisa perpetua alumbra mi deseo de tenerte cerca de mí. Solo pienso en ti y en todo ese amor que me da. Estoy provocado a decirte todo lo que me haces pensar mientras te espero en mi cama.
Ya desnudo porque he decidido a desnudarme, no por calor, sino por ganas. Me arrastro por toda la cama, solo pensando que ya llegarás. Pienso en tus ojos con ese brillo tan espectacular que simplemente nunca podre olvidar. En tus labios, tibios, cálidos, que se acercan suavemente a mis mejillas y me enseñan lo que es un buen beso, un beso de amor. Tus manos, las que arropan por completo mi cuerpo y me calientan como nadie ni nada han logrado calentarme alguna vez.
La mujer que hace que mis días en la cama sean más que dormir, saben a lo que me refiero. La mujer que cada día que pasa amo más. La mujer, la mía, la de nadie más, la que no quiero compartir con nadie, la que no voy a compartir con nadie.
Sonrió y una carcajada angelical se me sale de la alegría, no puedo contenerme, me siento tan feliz, tan excitado, tan seguro aquí en mi cama esperando por ella.
Ahhhhhhhh!, mujer, ya estoy listo para que ese liquido caliente recorra por mí y me deje completamente satisfecho. No soporto mas la espera, por favor llega ya.
Ahí estas, ya oigo tus pasos acercarse a mi cuarto, ya te veo entrar y una carcajada se vuelve a escapar. Me tomas con tus manos calientes y posas un beso sobre mis mejillas, que excitante.
Acto seguido me colocas el biberón en la boca y me cantas una canción de cuna. Ahhhhh, esta es mi mami, la mujer que más amo, la que no compartiré ni con mi padre. Mi eterno cuento de amor y pasión.
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