El ojo derecho decidió poner a la nariz de por medio para no ver al ojo izquierdo; ya no le aguantaba más. Eran hermanos, al menos, eso suponían puesto que habían nacido al mismo tiempo; un buen día se encontraron así que supusieron que ese había sido su nacimiento porque ¿no se nace cuando somos conscientes de nosotros mismos como seres diferentes a quienes nos rodean?, pues eso les ocurrió a los ojos. Eran tan iguales que este hecho los desconcertaba. El ojo izquierdo era feliz así, se sentía bello, pero el ojo derecho comenzaba a pensar que el izquierdo le hacía sombra, que, siendo tan hermoso como él, no capturaría por completo la atención de nadie, ya que ésta se dividiría entre ambos. De nada le servía ya limpiar a diario las legañas con cuidado, tampoco agitar las pestañas cada pocos minutos. ¡Qué desesperación!.

Por las noches no dormía bien, tenía terribles pesadillas en las que veía como el ojo izquierdo era aclamado por todos los demás ojos del mundo, los azules, los castaños ¡incluso los ojos color miel! No, eso no podía continuar, pero ¿qué iba a hacer? Su función no sería la misma si eliminaba al izquierdo, no vería del mismo modo, pero ese iris verdoso debía haber sido exclusivamente suyo desde un principio.

No conseguía encontrar una solución. Un día, mientras pensaba en cómo acabar con su igual, apareció una nariz, era una nariz grande y elegante. La nariz, al ver al ojo derecho tan preocupado, le preguntó qué le ocurría y el ojo se lo explicó todo con detalle. Mientras lo hacía, le sobrevino una idea, el ojo derecho había encontrado una solución a tan desagradable situación: la nariz se colocaría entre él y el ojo izquierdo de tal manera que ninguno de los dos pudiera verse y, aunque seguirían trabajando juntos, no tendrían que verse nunca más. La nariz aceptó de buen grado, era mucho el tiempo que llevaba buscando un lugar donde establecerse y crear un hogar y aquel le pareció un buen sitio, además la cosa estaba fatal últimamente para encontrar casa y los ojos le parecieron bastante monos, encima tendría uno a cada lado.

De este modo, al día siguiente, ojos y nariz tomaron posiciones. Desde este día cada par de ojos que se encontraban, tomaba la misma decisión que ellos. Las narices encontraron un modo de ganarse la vida y los ojos una forma de sentirse únicos.