[Tal vez poderes desconocidos hablen a través de ti, quizá tú hables a través de tus acciones y a lo mejor tus acciones hablen a través del polvo que levantan ¿Causa y efecto? Existan las leyes no escritas entonces y desde ahí nazca todo bajo el signo de la confusión]…

1:52 de la madrugada. Las ventanas de conversación, desplegadas en el monitor de la p.c., no dejan de recibir avisos de todos los tipos y formas. El calor es infernal, y ella, para desquitarse usa un camisón semitransparente sin nada más, por supuesto, la web-cam está apagada y en la casa los demás duermen como gárgolas. Les presento al número de identificación de usuario 64.00.991.92 de la sala virtual “Amigos” de wiredzone.net, ‘Xyll’ para los conocidos, y por mucho, más fácil de recordar que la digitalización de su presencia; aunque cuando se unió al popular ‘site’, lo hizo con el mote que su padre le tuvo de toda la vida, ‘Soluna’, bueno, así continua apareciendo de vez en cuando, sobre todo si la timidez y la autocompasión golpean.

Hoy anda en uno de esos días que para las mujeres se tiñe de rojo, por eso la ansiedad, las ganas de ser comprendida, del insomnio ni hablar, eso es otro asunto, una costumbre necesaria cuando la dependencia a la conexión abraza como pulpo. Hay un tipejo en la sala que la molesta insistiendo en intercambiar direcciones electrónicas, lástima que ‘Xyll’, a pesar de su inteligencia y sarcasmo, sea algo tolerante y nada contundente al defenderse, lástima que hoy no es ‘Ladybot’ para darle una lección al morboso sin inspiración ni oficio... pero nunca es tarde para patear traseros.

Les presento al número de identificación de usuario 64.00.991.92, ‘Ladybot’ para los que se portan mal, castigadora profesional del ciberespacio, inmisericorde y retorcida. Fue bueno haber desarrollado sus destrezas virtuales, como desdoblarse en la red y estar en el mismo lugar al mismo tiempo en versiones diferentes de sí misma ¿Por qué en la vida real no podía ser así? A veces, simplemente, quería ser otra. Sin embargo, empezaban a nacerle dudas al respecto, qué de aquel episodio oculto, donde despertó, después de haberse quedado dormida frente a la computadora, con un espray insecticida en una de las manos; justo esos días se habló insistentemente en el chat de la inexplicable muerte de ‘Cianuro’, un hacker que, con información robada de los hardware, extorsionaba a las chicas que conquistaba, lo encontraron asfixiado, con una bolsa plástica en la cabeza en la que habían puesto matacucarachas.

Por eso a ‘Xyll’ le daba terror que ‘Ladybot’ apareciera y tomara control, cualquier cosa podía pasar ¿Acaso ella era así? Dentro de ya tendría la dirección IP del computador del morboso sin oficio de turno y lograr el acceso a sus dominios era pan comido. Mejor se desconectaba y hasta ahí, pero ‘Jardinero’ acababa de entrar ¿Marcharse sin saludarlo siquiera, sin sentir que se le removía la vida cuando le dijera «solamente mía dime hola»? Les presento al número de identificación de usuario 64.00.991.92, ‘Dulcinea’ para más señas, dulce, tierna y especialmente amorosa con cierto individuo que, desde que se conocieron, plantó su corazón en el pecho de ella. ¿Será cierto lo que una vez le contó ‘Luzazul’ sobre las personas que llevan contenidas varias almas y la necesidad de imponerse de cada una? Una cosa era esa y otra muy distinta era manejar a su antojo el cuerpo físico rompiendo las leyes establecidas por el hombre dentro de sus limitaciones.

Les presento a Agatha, 16 años, estudiante de preparatoria, adora las tartaletas con crema, le tiene pánico a las escaleras, internauta, aprendiz de ser humano y descubriéndose todopoderosa; ‘Soluna’, ‘Xyll’, ‘Ladybot’, ‘Dulcinea’ son apenas algunas de las manifestaciones que se han abierto paso en el proceso de descubrir quien es realmente. Hoy no pide mucho, ser arropada por su madre, ser escuchada, vengarse, amar. Mañana acaso se atreva a dar un abrazo, a parlotear con las amigas, a arrancar con sus dientes la lengua de algún desdichado que la fastidie, a sentir los labios de un jardinero si este le regala un tulipán blanco. ¿Quién sabe?