Lo apremiante fue reconocer, que estaba rendido a ti, entré a la terapia, casi dormido, tu estabas presente, eras la droga, la mas potente ingerida directa al corazón.
Te respiraba día a día y mi adicción a ti, creció. La rehabilitación en comienzo fue dura
estaba débil, vulnerable, tus recuerdos me hacían volver a ti una y otra vez, cayendo otra vez a respirarte e inhalarte, comencé a enloquecer, quería elevarme junto a tu alma.
Fueron horas de angustia, el tiempo no pasaba, estabas en otro tiempo, en otros brazos, yo
en cambio, en el rincón mas oscuro de mi adicción. Las jeringas que gotean restos de tu adictivo amor, están esparcidas en mi alucinante suelo, entre hormigas y arañas las veo tendido.
Los asistentes dicen, que me falta aún, lo primero es reconocer que soy un adicto a tu amor
mi inconsciente se engancha a este corazón, palpitando tus recuerdos, no quiere dejar este amargo veneno, desconozco el día, ni siquiera el tiempo transcurrido, del porque estoy aquí
entonces escucho voces, que me invitan a hablar a otros como yo, veo sus rostros, sus ojos perdidos, se muy bien lo que les sucede, estas horas serán las mas difíciles, sentirán que no pueden olvidar, pero la terapia intensa terminará demoliendo tu nombre, arrancara de raíz
tu silencio y recuerdos, enseñando ahora yo, a otros adictos a hacerlo, abandonando el vicio
de esta poderosa adicción al amor.
“Hola , mi nombre es Alberto y soy adicto al amor”…
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