son mas de la media noche y las personas están durmiendo a su manera, uno que otro pegado a otra persona... sueños que nacen o que están a punto de salir, es un regalo de la vida eso de dormir y despertar mientras el mundo de los sueños surge y brota como suele salir la mañana de cada mañana... era así todo cuando de las paredes del cuarto brotaron seres de todas las formas pero en pequeño tamaño... no supe la cantidad pero eran bastantes y cuando dejaron de brotar se escuchó de un pequeño lugar de la casa el canto de un dios... decía en una lengua jamás escuchada cosas del amor y de la amistad... quedé enamorado y fui corriendo tras ese dios, y cuando le vi, quedé sorprendido al ver cara a cara a una persona que en alguna parte de mi vida siempre quise ser, pero que no fui porque tomé otro camino. le seguí y vi que tomaba un camino largo y solitario. subía y bajaba escaleras hasta llegar a un castillo de blanco y de muchas puertas. entró y le seguí. ya dentro vi que las paredes eran de color blanco así como el piso y el techo, hasta las mujeres usaban ropas blancas... me agoté de semejante revelación y quise ser un dios así como aquella persona que quise ser en alguna parte de mi vida... miré hacia un lado y pude ver una escalera muy pequeña pero que parecía no tener fin... la subí y cuando casi estuve en la cima, me senté y miré hacia el final de la escalera y pude ver al dios, riéndose de mi vida... me levanté y grité algo que jamás había escuchado por mis labios salir, pero sin embargo salieron muchos dioses de mi mismo, pero todos eran diferentes, era yo pero en diferentes partes del mi existencia... y todos, todos, todos, vestidos de blanco...