Las palmas abiertas regocijaban la vida nocturna de quien velaba por quien caminaba,
Y unos pies ensangrentados que acariciaban la magia exasperante de un monte inalcanzable,
La historia impetuosa retornaba de cada uno de los pasos alarmantes,
Y rasguñaba las sobras de un manantial desesperado.


Las huellas vastas y efímeras de la silueta recóndita,
Penetran en las yagas abiertas de una esencia estupefacta,
Pretenden ser dignamente evocadas,
Aunque el proposito dispute la independencia.


La franqueza con que se cruzan las hojas en mi camino,
Me traen los atardeceres de los restos postergados,
E induce las fuerzas de tu centro al mas remoto momento placentero,
Dibujando en el aire la fiesta que pinta el paradigma.