Como te conté –a ti, lector imaginario que se imagina y rehace todo lo que yo escribo– nací la noche del veinte de septiembre de 1965. Sin embargo el día en el que realmente nací fue una noche de luna llena con mariachis, de lluvia y granizo, de peleas de borrachos, de romances inesperados, de fiesta familiar, de toda la familia reunida, del cumpleaños de una tía, a finales de octubre de mil novecientos ochenta y seis.

“Para ser sincero me suena a que fuiste a esa fiesta sin ser invitado. Suena a que te emborrachaste y te sacaron de la fiesta a empujones. Suena a que la cumpleañera no te quiso volver a ver en su vida. Suena a que no te volvieron a dejar entrar a esa casa. Suena a que los insultaste y que te persiguieron corriendo por toda la avenida. Suena a que no te alcanzaron pero que te caíste y te abriste la frente. Suena a que te mordió un perro cuando estabas cerca de tu casa. Suena a que ese perro tenía rabia y tuviste que ir a un doctor a la semana. Suena a que luego te volviste millonario porque te encontraste a un billonario disfrazado de vagabundo esperando a una persona de corazón puro para otorgarle su fortuna. Suena a que muy poco de lo que escribiste de esa fiesta pasó. Suena a que en realidad todo lo que me has contado es falso y que las ultimas 144 páginas son mentira. Suena, la verdad, a puras cosas muy divertidas.”