CELOS
Andrea encontró la evidencia en el bolsillo derecho del saco de Andrés en la mañana, poco tiempo después de que ‚l se fuera a trabajar, era una nota perfectamente doblada, se podía decir que hasta con cuidado, en la cual, escrita con tinta negra y la letra descuidada y apresurada de Andrés, decía: "Comprar las rosas para Ruth", abajo de esta leyenda, estaba escrito un teléfono subrayado. Al momento en que lo acabó de leer, sintió que se le venía el mundo encima. Ella, tan buena esposa que había sido, recibía como recompensa a esos tres años de fidelidad y obediencia casi ciega, una traición por parte de su esposo. No ella no merecía eso, no era justo, comenzó a sollozar ligeramente, suerte que estaba sola, los niños se habían ido a la escuela, que injusta era la vida con ella, ¿por que a ella? que tanto quería a su esposo, no, no lo iba a permitir, no le iban a quitar a su marido así como así lucharía por ‚l contra quien sea.
Miró a su entorno, su casa, su hogar, así lo veía ella, ¿y Andrés?, ¿cómo lo veía?, ¿como un hogar? ¿O como un lugar al que tiene la obligación de regresar? No, para él esto ya no era un hogar, ¿Cuánto tiempo llevaba con esta farsa?, con qué maestría la engañó por quién sabe cuanto tiempo, el infeliz, pero eso no se iba a quedar así, ella tenía que vengarse; sí, con algún amigo de él, mientras más cercano mejor, así le dolería más, ese desgraciado se las iba a pagar todas juntas, quién lo viera con esa cara de menso, pero nada más la cara por que de lo demás...
No tiene madre, una bien buena gente con él y así pagan. Cría cuervos y te sacarán los ojos, eso lo tiene ganada una por mensa, por confiar en quién no se debe. - Pensaba Andrea.
Seguía pensando mientras daba vueltas como león enjaulado a la mesita de centro de la sala- ¿Como voy a manejar esto?, con calma, que note que me importa, tantos casos así que he visto en la televisión y no puedo manejar el mío, no es lo mismo estar adentro del ruedo que ver los toros desde la barrera. Me las va a pagar este cabroncito, me voy a ir de la casa de una vez y ya nunca nos a volver a ver, conmigo no se juega, ni éste me va a ver la cara de su taruga, ¿pues que se cree? No, no lo voy a permitir. Primero voy a mandar a alguien a que le parta la cara, después lo demando y que no nos vuelva a ver, así, que mis pobres hijos vean lo que es su papá , alguien que prefiere gastarse su dinero en rosas para esas viejas resbalosas y ofrecidas con las que anda, que comprarles calzones a sus pobres niños.
En ese momento sonó el teléfono.
- ¿Bueno? - Contestó Andrea.
- Hola mi amor, ¿como estás? - Saludó Andrés como de costumbre. Andrea, hizo un esfuerzo por contenerse y tratar de contestar con naturalidad.
- Bien ¿y tú? - Apuradón, oye te hablo por que se me perdió un teléfono que necesito y me urge, creo que lo dejé en el saco. ¿Puedes ver si está allá? - Es un cínico, pensó Andrea -encima de que me engaña y que no se sabe el teléfono de su cómplice, todavía quiere que yo se lo dé. No, a mí no me va a ver la cara de ...
- Andrea, ¿estás ahí?
- S¡, pero no encuentro nada, ya busqué‚ en tu saco.
- ¿Estás segura?, mira, me urge.
- Pues que decía ese famoso papel que tanto te urge? - Respondió Andrea con ironía.
- Te acuerdas de mi amigo Felipe?
- S¡. ¿Qué tiene que ver en todo esto?
- Pues que él me recomendó un cliente, un judío ya mayor, que tiene una compañía de importaciones de ropa para mujer, la marca de ropa se llama Ruth, y el papel que quiero que encuentres dice: "Comprar las cosas para Ruth", por que ya me hizo un pedido, pero como son piezas de la maquinaria sobre pedido, apuntó también el teléfono de un proveedor que me las puede traer más rápido, por eso me urge el papel. ¿Por qué tengo que explicarte todo?
- Comprar cosas para Ruth? - Preguntó Andrea.
- S¡, as¡ dice el papel, ah¡ lo tienes? - Apresuró Andrés.
- NO decía "Comprar rosas para Ruth"?
- Dé‚jate de juegos y dictame ese teléfono, si no le entrego a tiempo a tiempo no hay ganancias, y si no hay ganancias, no te voy a pode comprar el vestido y los zapatos que querías.
- Ay mi amor, tu siempre pensando en nosotros...
- Andrea, no es que sea grosero, pero tengo prisa... - Andrea, le dictó el número y colgó.
Ya lo decía ella, Andrés era incapaz de una cosa así…
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