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La desconocida

La fiesta terminó y cuando cerré la puerta tras el
último invitado, la sonrisa que había mantenido firme en la
comisura de mis labios durante toda la noche, se desmoronó vencida
por el cansancio. Me sentía agotado.
Al despedirse, Miguel me habló de la mujer con quien había
conversado en la fiesta. Quería saber cómo podía
volver a encontrarla, tenía un pretexto excelente para hacerlo:
devolverle el guante que había olvidado. Lo agitó ante mi
nariz y no pude evitar echarme para atrás, en un instintivo gesto de
rechazo; la prenda emanaba un extraño aroma.

-Lo siento Miguel… no la conozco. Por un momento creí que era la
nueva compañera de Julio, pero estaba sola, pasaba de grupo en
grupo, miraba a todos, pero no hablaba. Lo notable era que los demás
no parecían notar su presencia. Se supone que el dueño de
casa debería conocer a todos sus invitados, pero no hubiera sabido
qué responder si me hubieran preguntado quién era. La vi
conversar contigo, a mí me ignoraba..
No advertí su partida, asi como no había notado su llegada.


Vi que la respuesta contrariaba a mi amigo.
-No me resigno a no volver a verla.
-No puedo ayudarte, de verdad lo siento, si pudiera…
En el rostro delgado y pálido de Miguel apareció una mueca
de dolor. Me estrechó en un abrazo fraterno.
-Paciencia… entonces… buen viaje, regresa pronto. Te extrañaremos.
-El viaje será largo- le dije, correspondiendo emocionado al
gesto.

Una vez a solas, miré la sala que poco antes había estado
llena de vida y ahora mostraba un gran desorden: copas, ceniceros y platos
por doquier, el humo de los cigarrillos flotaba aún entre los
muebles, y una flor agonizaba sobre el piano. Caos total, me alcé de
hombros, todo me dejaba indiferente.
” La fiesta ha terminado” ,me dije, es hora de partir.

Puse la carta a la vista y saqué el arma del cajón del
escritorio
Al tomarla me sorprendió sentir el tacto sedoso de una tela que
emanaba el mismo aroma del guante que Miguel me había mostrado.
Me desplomé mareado en un sillón y caí en un
sueño profundo; sentí que mi cuerpo se desintegraba en
minúsculas partículas que giraban en círculos
concéntricos formando un torbellino multicolor.
Horas más tarde me despertó el sonido del teléfono.
Un amigo me anunciaba consternado, que Miguel había sufrido un
infarto al aparcar el coche frente a su casa, lo encontraron sin vida con
un guante negro entre las manos.

Entonces supe el nombre de la desconocida.

Texto agregado el 18-11-2009, y leído por 191 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
27-12-2009 bien, pero no me quedó claro lo de la carta y el precipitarse sobre el revólver. Debe ser la muerte que, como dijeron aquí, nos anda acechando. quilapan
21-11-2009 Bien. El suspenso bien llevado y el descenlace perfecto. La muerte anda entre nosotros. Saludos. Azel
18-11-2009 uy uy uy lagartaleoparda
18-11-2009 Un buen cuento con la dosis de misterio necesaria. El aroma de la muerte estaba en el aire. Un beso y mis estrellas. Magda gmmagdalena
18-11-2009 Excelente forma de contar. Atrapa y con el avance de la lectura, crece la inquietud por saber quien es ella, cosa que queda con el autor, pero que satisface. Te felicito. peco
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