Que decir cuando nunca has sido un ejemplo
Cuando eres el que siempre derrochas angustia
Soy tan feo, que el espejo y yo hace años hicimos un alto el fuego, soy un rostro desfigurado que nadie quiere ver, esa molestia que a la naturaleza no se le dio bien.

No sonrío nunca en el metro, ningún niño me mira sin llorar, nadie se atreve a preguntarme ni siquiera por una calle.

Soy un feo en un reino de guapos. Las bromas hace años que no me afectan incluso a veces me río cuando me preguntan por mi “tío Frankestein”.
Soy incapaz de quitarme complejos por no ser el que tenía que ser.

La única mujer que me sonríe es la vendedora de boletos del sorteo de los ciegos en la puerta del Cine “Cid Campeador”.

Y es la noche oscura con farolas destrozadas a pedradas, en las esquinas de amor de veinte minutos por dos billetes, donde todos compartimos desgracias y el amor tiene un precio que podemos pagar.
En esa noche de parque abandonado donde los guapos nos quieren prohibir que durante un segundo pensemos que los monstruos también podemos disfrutar de amores de saldo y esquina, y no que el sexo es un privilegio gratuito de los guapos que los monstruos nunca podremos pagar.
Y tú eres ese rostro de cenicienta de Europa del este, que me acarició las cicatrices y que me hace silbar la melodía del monstruo que soñó que una rubia le quiso abrazar porque su fealdad no podía combatir con unos míseros veinte euros en esa noche de farolas muertas a pedradas.