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Inicio / Cuenteros Locales / moebiux / Rosa intempestiva (un nuevo caso del inspector Dante Martínez, para Rnahimla, por su cumpleaños)

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Era un luminoso día de primavera, casi veraniego. Ya saben, cielo limpio, sol brillante, pajaritos cantando y todas esas mierdas que le gustan tanto al Romerales. Por eso quizá me molestó más la llamada del Capo, el alcalde:
-¿Pero qué hace ahiiií, pedazo de descerebradoooo? ¡Estoy harto de llamadas de los vecinos de la calle Derivada, que está pasando no sé qué de un desastre! ¡Por Dios! ¡Y las elecciones al caer! ¡Vayan inmediatamente a ver que demonios pasaaaaaaa!

Quizá también molestó que gritara tanto que casi no le hacía falta teléfono. Y nadie grita al inspector Dante Martínez, ni Dios, en el caso de que existiera. Ya le pillaré algún día con las manos en una fulana. Pero mientras, tocaba ronda con Romerales. Qué bien se tuercen los días, joder.

Romerales conducía nervioso.
-¿Qué coño te pasa?
-Nada, jefe, es que esa calle, la Derivada, me pone nervioso, joer, que ahí nunca sabe uno qué puede encontrarse. Ya sabe, jefe, es una calle difícil.
-No hay calles difíciles, Romerales, es la gente la que lo fastidia todo.

Romerales se me quedó callado, como pensando en mis palabras. O vete tú a saber en qué pensaba el cabeza de chorlito de mi ayudante, que bien es capaz de pensar en cualquier tontería. De todas formas, mejor así. Calladito está más guapo.


En diez minutos llegamos a los límites del pueblo, donde estaba la calle Derivada. Y tenían motivos los vecinos para dar por culo al alcalde: estaba todo hecho una mierda.
-¡Joder, jefe! ¡Parece que haya pasado un batallón de tanques por aquí!
Gruñí algo por gruñir y me dirigí a un grupo de vecinas.
-¿Alguien me puede contar qué ha pasado aquí?
Las mujeres empezaron a cacarear todas a la vez:
-¡Ha sido ella!
-Es una mala mujer, ¡debe ser el demonio!
-Sí,sí, que yo la he visto, ¡todo lo destroza!
-¡Es una bruja!
-¡Un demonio!
-¡Estos es el infierno! ¡Bendito sea el Señor, que nos acoja en su seno!
Y bla, bla bla... ¿Ella? ¿Tooodo esto lo ha hecho una mujer... sola? Romerales me leyó el pensamiento:
-Jefe, ¿de verdad cree que es posible que todos estos destrozos los haya hecho una sola mujer?

Callé unos instantes y recorrí la calle con la mirada. El asfalto estaba levantado. Las farolas, caídas. Las papeleras y bancos levantados de su sitio, como si algo los hubiera arrancado de cuajo. Estaba todo lleno de cristales rotos, trozos de ladrillos, macetas que han caído...
-Si es una persona, será fácil encontrarla. Vamos, Romerales, sigamos el sutil rastro que nos ha dejado nuestra brutal Gretel.
-¡Caramba, inspector! ¡Hoy está poético, eh! ¿Qué ha desayunado? –exclamó el imbécil.
-Criadillas – solté yo. Y comencé a caminar trabajosamente por el asfalto destrozado. Me giré a Romerales y le dije: -Y ten la pistola a punto, quizá la necesitemos.
Romerales tragó saliva y echó mano de la sobaquera. Y yo también. Vete a saber qué toro nos tocaba lidiar hoy.

Tras un rato recorriendo la larga calle Derivada, llegamos a donde estaba ella. Sí, era una mujer. Y sí, estaba sola. Y juro por mis muertos que era de lo más extraño que había visto. A cada paso que iba dando, el asfalto se levantaba, las cosas que había a su alrededor caían rotas al suelo. Era como el caballo de Atila, pero a lo bárbaro. Esa chica era la ruina de la industria armamentística.
-¿Qué hacemos, jefe? –me susurró Romerales.
-Tendremos que dar la vuelta por la manzana y ponerlos delante suyo. Pararla por detrás sería peligroso. Por suerte va despacio, pero tenemos que correr antes que destroce el barrio. Venga, ¡en marcha!

Giramos por el siguiente cruce corriendo para rodear a la chica. Mientras corría, me acordaba de mi eterna promesa de dejar de fumar, me ardían los pulmones. También recordé mi promesa de hacer régimen, me pinchaba el costado. Y me prometí visitar pronto a la Chunga, me dolían los cojones.

Tras un trote penoso, adelantamos a la chica. Nos pusimos en medio de la calle y, a orden mía, ambos apuntamos a la chica y grité aquello de ¡Alto! Era obediente, se detuvo.
-¡No se mueva de donde está! ¡Y no mueva ni un músculo!

La moza seguía obedeciendo, así que, poco a poco, nos fuimos acercando a ella.
-¡Coño, jefe! ¡Qué guapa es...! –babeaba el Romerales.
La verdad es que tenía razón. Casi era increíble que una chica así creara tantos destrozos, con aquellos ojos tan grandes y esa expresión de temor en su rostro.

-¡Identifíquese!
-Me... me llamo Rosa... o Rosalía, como quieran...

Bonita voz. No parecía peligrosa y, sin embargo...
-¿Qué coño se supone que está haciendo usted? ¿Cómo ha conseguido destrozar toda la calle?

A Rosa se le empañó la mirada. Lo que me faltaba, pensé, que se me ponga a llorar ahora. ¡Es capaz de inundarnos a todos...!

-No, no lo sé... es triste... hace tiempo que sólo tengo desgracias, es horrible... no sé, no sé qué hacer...

Oí que a Romerales se le escapa un “pobrecita...”. Este crío siempre tan sentimental. Así que le solté un codazo en el hígado, que eso siempre endurece.
De pronto, a escasos metros de donde estábamos, detrás de Rosa, oímos un alboroto que nos hizo mirar a los tres. Una mujer pequeñita, entrada en años, estaba ayudando a cruzar la calle a un ciego. Y este no paraba de gritar:
-Pero... ¿qué hace, señora? ¡Oiga, déjeme en paaaaz!
-Calle, calle, que yo le ayudo a cruzar, joven.
-¡Que no quiero cruzar la calleeee! Oiga, ¡sueltemeeeee, vieja locaaaaaa! ¡Socorroooooooo!

No tuvimos más remedio que echarnos a reír los tres. A Rosa se le veía iluminada, riendo a carcajadas. Fue tal la risa, que se le cayó la mochila que tenía en la espalda. Quiso agacharse a recogerla, pero yo la detuve.
-¡Alto! ¡No se mueva!
-Voy yo a por la mochila, jefe –dijo Romerales.

Pero algo dentro de mi cabeza se iluminó. Miren, de vez en cuando me pasa. Las pocas neuronas que me quedan vivas les da por funcionar.
-Espera, Romerales, olvida esa mochila.

Romerales se quedó quieto, expectante. Me dirigí a la chica.
-Camina hacia mí despacio, a pasitos –le indiqué.

La chica me miró un tanto sorprendida. Romerales me miró con su típica expresión de besugo. Y yo tan tranquilo, que para eso sirve la veteranía. Rosa dio un paso, dos, tres, cuatro... y a cada paso que daba, más grande se hacía su sonrisa.

-No... ¡no pasa nada! ¡Nada se destroza!

Y reía, recreándose en sus pasos. Pronto estuvo cerca de mí. Guardé la pistola. Rosa tenía los ojos llenos de lágrimas, pero de felicidad.

-¡Ya no provoco desgracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

Y se abalanzó sobre mí abrazándome. Por encima de sus hombros, vi a Romerales disimulando una lágrima. Menuda estampita, a mis años y yo abrazado a una jovencita que reía y lloraba y mi ayudante emocionado como una vieja plañidera. Joder, qué polis más duros somos, manda huevos.

Tras acompañar a Rosa, ya mucho más tranquila y feliz a su casa, nos hicimos cargo de la mochila y la llevamos al vertedero, donde la hicimos explotar. En cuanto la hicimos polvo, volvimos hacia la comisaría.

-¿Cómo supo que la culpa era de la mochila, jefe?
-Bah... supongo que porque yo también he sufrido desgracias, y sé lo que cuesta desprenderse de ellas.
-Pues ha sido providencial, jefe, ¡porque yo no tenía ni idea de qué hacer!
-Vaya novedad, Romerales...

Y encima se me ríe de mis chistes. No, si al final me va a salir buena persona y todo, el jodío. En fin, en cuanto llegara a la comisaría, daría cuenta de un café bien cargado, un buen par de donuts rellenos de chocolate y unos cuantos cigarrillos.

Y a la mierda las promesas, me cago en Dios.

(En el caso de que exista, claro).


Texto agregado el 12-06-2004, y leído por 674 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
01-10-2004 Se estaba olvidando el bueno de Romerales. Excelente. No te leo más por hoy, hasta mañana, realmento disfruté. jorval
24-09-2004 Chistoso, aunque sigo insistiendo, como que le hace falta más cosas al cuento, como en los dos primeros casos del inspector Martínez. Más sarcasmo o algo así. demabe
26-08-2004 ¡ah, por cierto! feliz cumple rnahimla. kukulza
26-08-2004 Me sorprende que yo haya sido el cuarto voto, pero bueno. Me gustó mucho porque te lleva de la mano por la historia, realmente me lo imaginé. Esta es la primera obra que leo de ti, espero que las demas sean igual de buenas. Las leere periodicamente... Bye. kukulza
19-06-2004 ya estaba estrañando a Dante, pero mas al dulce de Romerales, me rei mucho, mas con ese desayuno de criadillas..ja un feliz cumpleaños para rnahimla..un poco atrazadito pero ahi va...besos lisinka
14-06-2004 Pero vamos a ver... quién en toda la ciudad va a desayunar criadillas que no sea Dante??? porque hay que tener un estómago especial, no me lo puedes negar... Me he reído mucho, la verdad, pero también tengo que darle la razón a Rafa. Me parece que tras el Dante ese que se caga en to lo que se menea hay un poeta sentimental, si si... lo que pasa es que a veces hay que ponerse duros para no arriesgar el prestigio de toda una vida... ;-) Un besazo. anapolar
13-06-2004 que pedazo de tipo es este Dante... Aunque Romerales me da algo de lastima ( tal vez sea que me parezco a él ), otra historia para guardar y a esperar el próximo cumpleaños... barrasus
13-06-2004 Un tio legal el Dante martínez este, se apunta a un bombardeo; sigo convencido de que en el fondo es un poeta, que se caga en Dios, eso si... Nomecreona
13-06-2004 bieeeeen! Bonito cuento sobre una derivada, para una persona integral. No estoy muy lúcida hoy para andar comentando, pero ah, cómo me divirtió el cuento. Aquello del ciego me teletransportó a una cafetería de sillas naranjas y cafés. Felicidades a la rosa, mi amiga querida. Y a ti... a ti también. :) santacannabis
12-06-2004 qué bonito cuento¡¡ y cuántas referencias personales cruzadas he ido encontrando¡¡ me ha encantado, y sí, prometo que ahora que la mochila está donde debe estar sólo voy a llevar un ligerísimo bolsito de la marca acme, con esos agujeros negros tan chulos en los que voy a meter tooodo lo que no me guste. Un abrazo muy fuerte, muchas gracias, muchas veces.. :) rnahimla
 
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