Pepe y María se fueron de paseo un día.
Todo pasó tan rápido que no se dieron cuenta.
El día soleado, el rumor de las aguas corriendo río abajo, hermoso cuadro para el amor y la pasión entre ambos.
Unidos de la mano llegaron hasta un árbol.
Bajo el mismo se sentaron y abrazando sus cuerpos, sus labios unieron.
Se desnudaron y comenzando un sutil roce el amor acabaron haciendo.
Sólo eran dos amigos que tenían en común el aprecio y la intimidad.
Jamás habían pensado que ambos estuvieran tan cerca del amor, de la pasión, de ese momento único que une al hombre con la mujer.
Trás ese momento de éxtasis placentero, ambos se vistieron, se abrazaron por la cintura y comenzaron una relación que nunca antes habían imaginado.
Y es que dependiendo del momento, del ambiente y del estado de cada uno, el amor puede abrir puertas que ántes no se veían, puertas inimaginables que conllevan a una relación y a un momento de frenesí completos.
Esta pareja, que con la amistad abierta y con una complicidad sin igual, descubrió esa puerta mágica que los llevó al altar y a crear una nueva etapa de vida y esperanza familiar.
Cuando menos te lo esperas, el amor te acoge cómo si fuera un velo, te hace mecerte en su seda y te regala con embrujo lo que te falta.
Piensa en el amor cómo un aliado en tu vida que tán pronto te tiene agarrado cómo te deja.
Si te deja es porque se lo permites, ház que sea siempre áquel a quién tu corazón no deje nunca escapar ...

Escrito por Carlos Them

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