VIOLETA, TE PIDO PERDÓN
Tú ya no existes, pero estarás en el cielo y yo te quiero pedir perdón. Ya no está en este mundo porque han pasado muchos años de este hecho atípico, producto de mi ignorancia, de mi indiferencia, de mi edad.
Pero vivías con nosotros Violeta, y, la verdad que el ritmo de trabajo nos llevaba a no darte el cariño y brindarte la atención que necesitabas. Eso me lo reproché en aquel momento y ahora que han pasado los años, desearía tener el poder de hacer que el tiempo retrocediera y así poder rectificar mis actitudes de aquel entonces.
En aquella época, yo trabajaba mucho y tú me impedías salir con tus fuertes gritos y lamentos. La empleada aun no había llegado y yo en medio de mi angustia por tratar de llegar en hora a cumplir con mis obligaciones, tuve una reacción muy cruel.
Tomé un balde, lo llené de agua y te lo tiré con fuerza para que
interrumpieras tus llantos, con tus llamados pidiendo ayuda. Por supuesto que tu agachaste tu cabecita y te retirastes llorando a un rincón.
No te supe comprender en ese entonces, querida Violeta.
Por lo tanto, me fui a trabajar, y me olvidé de ti porque dejé de oir tus gritos y lamentos.
Pero a media mañana me llamó la empleada para decirme con alegría y sorpresa:
“Señora, ¿se acuerda cuando Violeta se escapó por unos minutos?...Bueno, Violeta ya tuvo dos cachorros, y me parece que va a tener alguno más……”
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