Apagué la luz antes de besarla. Me enredó en sus brazos y nos dimos un beso. Me tomó unos 3 segundos en reaccionar. Su cuello olía a vainilla. Estábamos en el pasillo afuera del baño. Todo estaba tan oscuro. Mi primer instinto fue que estaba cometiendo un error, el segundo fue recargarla contra la pared. Hubo una pausa. Hay cierta poesía en su mirada, pero su boca es la que me habla – me reta-. Llevé mi pulgar a sus labios, delinee con el, su contorno. Sentí culpa, pero no me importaba, hace tiempo que quería que eso pasara. Me tomó de la nuca y me acercó. Una caricia brusca. Volvimos a besarnos. Ella tenía sus manos en mi espalda, yo en sus piernas.

Los besos empezaron a hacerse mas cortos, ambos sabíamos que teníamos que regresar.
Bajó su mirada. No sabía como decirme que nos vayamos. Le facilite el trabajo…

- Se hace tarde…-le dije.
- Si…- suspiró-

Le quite el cabello de los ojos y los mire. Había algo en su mente. Los versos de sus ojos ya no decían nada. Sabía lo que seguía, un beso más pequeño y más tierno que los demás, una despedida, como la firma al finalizar una carta. Nos separamos y nos dirigimos a la terraza.

- Ahí te alcanzo, deja nomás tomo una cerveza… - le dije dirigiéndome a la cocina, necesitaba despejarme.

Abrí la puerta y apreté fuerte la manija. Sentí culpa, de nuevo. ¿Cometí una equivocación? Me pregunte viendo fijamente a los cajones vacíos del refrigerador. Tome una botella y salí a la terraza. La música y las carcajadas de la reunión, eran el sonido de fondo de mi aturdimiento. De cierta manera caminaba sobre algodón de azúcar, pero no podía evitar sentir en mi pie la bola y cadena que me atan. Así que tomo la mano de mi novia – bola y cadena- y le doy un trago hondo a mi cerveza.

De lejos la veo a ella con su novio. Le doy otro trago hondo sin dejar de verla. Me siento mal por bola y cadena, pero no me arrepiento.

Se fue la culpa. Ahora como le hago para poderla tener sola otra vez.