Para Rosa

He sido explorador del mundo imprevisible de tu cuerpo
Y he unido el norte y el sur de tus extensas latitudes
Ya fui lobo solitario en la jauría que recorre tu vientre
y se pierde tumultosa entre tus piernas
A la luz plateada de la luna en tu mirada detenida

Visité la catedral de extensos ventanales de tus ojos,
Venerados en la curisosa aldea de tu rostro
He moldeado tus gluteos con mis dedos arcillosos
Y guardado el secreto de tu respiración tan silenciosa

Y ahora estaré presente en el equinoccio de tu vida
La mitad de sombra aciaga de tu mundo
Y tu lado luminoso, blanco y perfumado
Se fundirán equidistantes con la lentitud de la rotación extensa del planeta

Tristezas, muerte y despedida del pasado y toda la luz de las promesas del futuro
Iguales se abrazarán en una línea fina y transparente
Desde tus tobillos y recorriendo las suaves colinas de tus piernas
Continuando por el estirado continente de tu espalda, hasta llegar a la luz polar del rostro y tu sonrisa

Presenciaré el paso de la noche extensa de tus ojos estrellados
Al alba del cristalino amanecer en tu mirada

Renovada, el misterio de la vida resurgirá en tu cumpleaños
Y el doce de junio dejarás de ser cenizas y el veinte y uno lo hará el mundo
El equinoccio de tu vida y el solsticio del planeta se agolparán desfasados frente a mi mirada absorta
Y yo estaré presente, esta vez para contar la historia

Podré contar que presencie la sincronizada cábala de tu renacer
De cómo el resto luminoso de tu vida, irreversible se comió la noche lentamente
Como la primera vez, en tu nacimiento, cuando la vida le ganó a la muerte
Y tu surgiste, y floreciste...