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A Erick


Prologo

El atardecer llegaba sobre la madera. El tono era sepia y la humedad del bosque se filtraba en la pequeña caballa. Ella miraba a través de la diminuta ventana mientras la ardilla iba de un lado al otro. En su mente se decían frases curiosas, pero jamás las entendió. Era como si muchas personas vivieran dentro de su cabeza. Lo pero todo es que jamás se habían presentado a ella. Jamás lo entendía que ocurría. Estaba callada en persona y en su mente.

Nunca había sentido tanta curiosidad en su vida. A penas y se podía ver los ojos de la ardilla que había visto jugar todo el día. Estaba bastante lejos. Y no se atrevía a salir para acercarse a ella. Y por primera vez habló en su mente – Ven.

De repente los ojos de la ardilla brillaron a su dirección y el animal se apresuró hacia ella. Brincaba de una rama. Su corazón se aceleraba mientras lo veía avanzar. Hasta que lo perdió de la vista.

Ella seguía con las pupilas dilatadas, aún con el corazón inquieto. Su mirada estaba fija, no parpadeo por unos segundos. Intentó con todas sus fuerzas no perder el control. La respiración aún agitada parecía lastimarla. Siguió sin ver la ardilla.

Pasaron los minutos y ella comenzaba a tranquilizarse. Daba vistazos por todo los lado a los que alcanzaba ver su ventana. Muy pequeña ventana que solo había sido hecho para ver hacia una dirección así que tenía la vista sumamente limitada.

Comenzó a oír una especie de sonidos. No podía distinguir bien que era. Eran soniditos muy suaves que solo por el silencio total ella era capaz de percibir. Normalmente no había más que el sonido del viento invernal. Solo sabía distinguir una clase de sonido. Y ese no era los que conocía. Noc, noc.



Capítulo 1

La niña

Era una pequeña niña que vivía en un bosque. Estaba acostumbrada a vivir en tonos sepia y grises. El olor del pino, del cedro, del abeto filtraban por toda su cabaña. Era una niña extremadamente tímida y callada. No era demasiad eufórica o demasiado triste. De hecho no tenía entendimiento de esas cosas.

Como toda niña que crecía dentro de un bosque oscuro y frío era de tez pálida. Sus ojos eran una especie de grises. No muy comunes en la región donde vivía. Pero no podía saberlo, ella jamás había visto a otra persona sino a su padre.

Ella esperaba que la vida fuese el bosque. Nada complicado. La tranquilidad sepulcral. Despertar bajo la luz tenue casi inexistente del día. Todo para ver a que su padre había partido como buen leñador para llegar al lugar correcto donde estaba la madera que servía.

La mesa servida. Siempre había leche, queso y en las buenas temporadas un poco de jamón. Su papá a menudo decoraba la casa con pieles de todo tipo. Ella suponía que era de los animales que cazaba, pero nunca recordó a verlo visto traer un animal muerto, mucho menos machas de sangre.

A veces salía a con su papa para recolectar su propia leña. Veía todo a su alrededor. Era mucho más brillante que dentro de casa. A sus ojos era toda alegría. Nunca había visto el cielo abierto. No sabía del color amarillo del sol. Si es que así era su color. Pero podía disfrutar de un color verde oscuro. Y era su color favorito. Lo amaba tanto.



Capítulo 2

A la puerta.

Su corazón volvió a acelerarse y sintió un miedo que jamás había sentido en su cuerpo. Creyó que si fuera su padre tendría que sonar como siempre, el crujir pesado sobre la madera de la entrada.

El sonido que ahora oía eran parecido a toques con los dedos sobre el piso comenzaron a alterarla. Pero de momento hubo un silencio total de nuevo. Hasta que oyó un –noc , noc.

Se aterró por completo. Se acercó lentamente a la puerta. No iba abrirla. O no era lo que esperaba hacer. Pero si se detuvo enfrente de ella para ver si podía escuchar algo que le diera una pista de lo que estaba del otro lado. Acercó su oído muy despacio a la puerta.

Estuvo parada enfrente de la puerta por mucho rato. Pero no abrió. Ya era de noche y había olvidado encender la chimenea. Se sentía agotada por el estrés de lo que había pasado. Sin embargo debía encender fuego para no morir de frío durante la noche. Hizo lo mejor que pudo para alcanzar una vela y poder ver.

No supo ni como logro encender la chimenea y se quedó dormida.

A la mañana siguiente se levantó como siempre olvidando por completo lo que había ocurrido la noche anterior. Estaba algo inquieta y se sentía sumamente extraña. Ese día sentía que tenía más hambre de lo normal. De momento pensó en algo la extrañó un poco, su papá no había vuelto el día anterior. El solamente se ausentaba dos días y era ya el tercer día y no había llegado a casa.

Estaba preocupada, pero estaba segura que su padre volvería. Su padre era lo único agradable y bello que conocía. Un hombre robusto y poderoso. De cabello largo y recogido y una barba negra y tupida. A su madre nunca la conoció y lo todo lo que sabía lo había aprendido de él. Si no volvía su padre sabía que moriría.

Fue directo a la ventana a ver si se acercaba por el camino por el que siempre volvía. Precisamente la diminuta abertura había sido hecha para que lo pudiera ver llegar. Y la alegraba tanto, que era lo único que le hacía sonreír. O le dejaba ver una expresión lo más parecida a una sonrisa que podía haber en ella. Por que de hecho no era muy expresiva.

No había nadie ese día. Pero si aparecieron a la vista otra vez los ojos brillantes que la había aterrado tanto anteriormente. Al dormir tan placidamente pudo recobrar su actitud habitual, estaba totalmente tranquila. Sería porque antes los había visto de noche pero hoy no le parecían aterradores. Y decidió salir a dar un vistazo.

La ardilla zigzagueó hasta el árbol más cercano y se detuvo para verla. Cuando por fin oyó el silbido inconfundible de su padre. Volteó bruscamente y lo pudo ver como una imagen entre cortada por los árboles. Se abrió paso y salto a sus brazos.

El padre que estaba cansado en verdad no preguntó por qué le había dado tan efusiva bienvenida. Se limito a cederle un pequeño bulto que era parte de su carga. Y se dirigieron a la casa.



Capítulo 3

El regalo

Se habían sentado el papa traía leche, queso y afortunadamente unos panes. En el pequeño bulto había un vestido que era realmente encantador. Aún no decía nada. Pues estaba muy cansado pero al ver que ella no le prestaba mucho interés al vestido le preguntó –¿Y bien? ¿no te gusta? La niña lo miró inmóvil y tomo el vestido para volverlo a ver. –Me gusta mucho.

Sirvió un poco de leche a su padre y para ella. El padre más satisfecho con la respuesta partió alegre el pan y domieron un poco. –Conseguí unas cosas que espero nos sean útiles. Todo se ha hecho mucho más caro. Tal vez pronto consiga un caballo para que me ayude a trasportar más madera y no viaje tan seguido.

La mirada de la niña era confusión –Papá, ¿Qué es un caballo? –Un animal que te va a encantar.

Pasó un buen rato en silencio y el papá se fue a dormir. Ella se quedó viendo el vestido y se preguntaba para que quería algo así. Estaba pensando precisamente en eso cuando escuchó otra vez el –Noc, noc. Volteó para ver a su padre pero él estaba profundamente dormido.

Esta vez salió muy tranquila. Y no vio nada. Cuando miró hacia el árbol ahí estaba la ardilla, justo en el mismo lugar donde estaba la última vez. Estuvo en la puerta un buen rato y antes de entrar descubrió algo enfrente a sus pies.

Era una especie de canica. Para los que lo conoces como canica. Una esfera bastante pequeña de diámetro y con unos garabatos en su interior. Era brillante y de muchos colores.

La tomó y comenzó a mirarla.



Capitulo 4

El último y primer día

Habían pasado días y uno tras otro sonaba su puerta. Ya no encontró más canicas como la de aquel día. A veces era una bellota, una rama de la hoja. O una especie de monedas oxidadas. No era la gran cosa pero comenzaba a ser una cosa rutinaria.

Su padre jamás se dio cuenta porque esto sucedía cuando el estaba cortando árboles o hiendo a vender su mercancía.

Un día cálido de primavera decidió estrenarse ese vestido que la había traído su padre. Ese día quiso salir a ver si veía por ahí a la ardilla y pareciera que la estaba esperando en la puerta por que estaba justo en el árbol de siempre mirando hacia la puerta.

Por primera vez entendió lo que su mirada significaba. –Sígueme. El animal salió con rapidez entre las ramas y ella los siguió a toda prisa. Mientras avanzaba era golpeada por ramas. A veces la perdía de vista. Hasta que al fin terminó la persecución.

De momento se vio en un claro. Algo que no conocía. Miró al cielo y el circulo amarillo le lastimó los ojos. Tardó varios minutos para recobrar la vista. Mientras se tocaba los ojos y se mantenía arrodillada. Cuando al fin pudo ver se dio cuenta que había a un más. Estaba en una especie de risco hacia algo que ella no conocía. Había un amplio campo con una vegetación menos abundante y veía por primera vez las nueves. Era el escenario más hilarante que sus ojos pudieron contemplar en toda su vida.

Había pasado tanto tiempo ahí que se le había olvidado por completo como había llegado hasta ahí. Supo en seguida que estaba perdida.



Capítulo 5

La cuidad

Trató con desesperación encontrar el camino de regreso a casa pero fue inútil. Corrió a todas dirección. Buscó en todos los árboles a la ardilla pero jamás apareció.

Estaba asustada y no sabía hacia donde dirigirse. Comenzó a desacelerar el paso. Poco a poco hasta que se detuvo totalmente. Se detuvo a escuchar si su padre estaba por ahí. Un leñador debe hacer mucho ruido. Ella suponía que lo distinguiría inmediatamente. Pero fue en vano. Lo que ignoraba es que estaba dentro de un bosque enorme.

Pensó que sin duda moriría y que no había necesidad de seguir. Pero aún era temprano y no se imaginaba muriendo devorada por algún animal. El resto del día decidió caminar. Y caminó.

Las horas seguían corriendo y la luz se hacía más débil. Ella estaba convencida que moriría y dejó de caminar. Volvió agarrar un poco de animo y lo intentó una última vez más.

No tenía idea de cuanto había caminado. Pero sin duda fue mucho. Siguió así hasta que anocheció y no pudo ver nada. –hoy moriré. Pensó.

Se sentó y creyó que estaba por morir cuando muchas luces empezaron a brotar dentro de las sombras. Parecían bailar. Se movía de una manera muy curiosa. Y ella pensó. Puede ser papá. Tomó fuerzas y salió corriendo hacía ellas. Estaba muy lejos de ser su padre.

Cuando por fin estuvo lo suficientemente cerca de las luces pudo ver que en verdad estaban muy lejos. Salió sin percibirlo del bosque dejando ver las miles de luces a su alrededor. Era una serie de construcciones impresionantes. Nunca había visto algo como eso.

Se sintió hambrienta pero más asombrada. Cuando unos hombres que montaban a caballo vieron que algo salía del bosque, y temiendo fuese un lobo fueron hacía ella. Cuando la alcanzaron la descubrieron inmóvil. –Es ella. Dijo uno de ellos mientras la miraban con asombro.




Capítulo 6

Nunca perdida, pero encontrada

Uno de ellos bajó del caballo y la hizo subir. De inmediato partieron a palacio. Ella que ni si quiera sabía que estaba pasando permaneció quieta y callada. Al llegar a una enorme puerta comenzó a escuchar con más fuerza las voces que antes eran susurros. –Está es tu casa. –Grandes hombres y mujeres han salido de aquí muertos –tú llegas llena de vida y belleza.

Los guardias hablaron algo con los jinetes y la hicieron bajar del caballo. Uno de ellos mando a un sirviente a dar el mensaje. Mientras el otro la escoltaba por un pasillo bastante grande. Los colores que veía eran totalmente distintos a los que conocía. Predominaban el azul, el rojo y amarillo.

No tenía idea de lo que estaba ocurriendo. Pero seguía caminando y llegó a un gran salón llenó de luz sus ojos se sorprendieron ante todo lo que estaba ahí. No de la manera agradable, pues estaba confundida y todo aquello le parecía un desperdicio de hermosas maderas y metales. Nada de eso hacía más acogedora la estancia. Solo espectacularmente inútil.

Al fondo estaban dos asientos más despampanantes que todo en la habitación. Al rey se le estaba terminando de decir el mensaje cuando sus ojos se llenaron de lágrimas y salió totalmente descompuesto de su trono. –Eres tú. Tienes sus ojos. Su cabello. Eres una replica de ella.

La abrazó y la besó tanto como pudo. Ella seguía inmóvil y muy confundida. No estaba segura de que era todo eso.


Capitulo 7

Coronada

Hacía muchos años el rey era un hombre inmaduro y había buscado a mujeres para pasar sus noches. Pero se había obsesionado con una en especial. La madre de la niña. Le pidió que fuera su esposa pero ella no aceptó. La ira del rey fue tremenda y la obligo a pasar con el la noche. Después quiso matarla pero ella huyo de palacio. Se escondió en muchos lugares y después supo que esperaba un hijo. El rey la despreció aún más porque sería madre de su bastardo y la persiguió tanto como pudo.

Ella afortunadamente huyó al bosque donde todo mundo creyó que había muerto. Pero había conocido a su padre. El se enamoró profundamente de ella y la cuido hasta el día del parto donde murió y nació la que cuido más tarde como a su propia hija.

Pasaron los años y el rey se casó pero su mujer no pudo tener hijos. Así que la mandó a matar. Otra vez se casó el rey y su mujer murió con en el parto con todo y la criatura.

Sin hijos y sin esposa por fin entendió del error que había cometido. Y mandó a buscarla con al esperanza de poder heredarle el reino a su descendiente y rectificar sus malas acciones con la madre. Eso fue hasta que se les dio por muertos.

Encontrar al fin había terminado con toda la angustia que había llenado su vida todo ese tiempo. No había mucho que decir.

Ella no estaba enterada y la verdad tampoco interesada. Ella estaba muy a gusto con su padre el leñador. No sentía que le faltará nada. Pero aún así permaneció callada. Ya nunca más volvería. Esa misma noche se marcaría su destino para siempre.

Se le educo para ser una reina y eso fue hasta su muerte.




Capitulo 8

Volando

Y fue la reina más sabia y generosa. De lo más cabal y poderosa. Su palabra era respetada a todo lugar donde llegara. No obstante fue muy infeliz. Jamás supo de su padre y extrañó tanto eso días antes de llegar al palacio.

Pasado los 40 decidió salir a cabalgar. Su padre tuvo toda la razón. Una vez que conoció a los caballos jamás se quiso bajar de uno. Todos los días paseaba horas a caballo y regresaba a buen tiempo para hacer sus deberes de reina. Jamás se casó ni tuvo hijos. Sin embargo tuvo en su servidumbre a su familia porque era tan novel que se ganó su cariño y fidelidad.

Ese día como siempre salió pero esta vez dejó su caballo con el sirviente. Le pareció ver algo brillar dentro de los limites del bosque. Se acerco despacio y sorprendentemente era una ardilla. Le pareció la misma que había seguido de niña. La misma que le había regalado la canica.

Salió corriendo tras de ella. Aún cuando ya no era una niña sabía que eso significaba sígueme y no era tiempo de cuestionarla. Corrió tan rápido que se abrió un par de heridas en el rostro y en los brazos. Sin darse cuenta la perdió de vista justo en el momento que llego a ese mismo lugar, campo abierto. Poco a poco siguió caminado mientras sus ojos se inundaban de lágrimas. Las primeras que derramaba hacía tanto tiempo. Pasó toda esa mañana ahí.

Por fin más tranquila se asomó al risco. Extendió las manos y se dejó caer. Lo que pasó después es muy confuso. Lo que es totalmente cierto es que jamás encontraron su cuerpo. Aún así pasado tres días hicieron una gran construcción en su honor. Y a menudo muchas niñas afirma haber visto una ardilla llenándola de hojas, bellotas y a veces algo que brilla.

Texto agregado el 15-11-2009, y leído por 313 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
15-11-2009 Es un gran reto escribir algo tan extenso, pero al leer el principo despierta interés, muy bueno el texto. Saludos. jonathanc
15-11-2009 Cuando en el lector se despierta el interes, la extensión pasa a segundo plano. Hermoso, conmovedor. pantera1
15-11-2009 ESTA MUY BUENO , LA DESCRICION ESTA MUY BUENA ... Ç:D CLIMAX
15-11-2009 1* Murov
15-11-2009 OMFG.... Que clase de locura es esta. tanta cantidad de parrafos me aburren redacta y resume mejor tus textos dan mucha flojera leerlos ARMANDOESTEBANQUITO
 
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