La vida, una montaña rusa,
que con baches se tropieza,
y con aire se levanta como tu falda.
Déjame mirar más adentro,
déjame ver qué es lo que tengo,
antes de que venga algún suceso
y me saque de aquí.
Y a veces me pregunto
¿qué tal las cosas por ahí adentro?
¿Qué te taparon del mundo?
¿Por qué es tan acústico tu silencio?
Y palabras son
y en palabras se queda...
Un diálogo mudo,
vestido de torpeza.
Y en la sonrisa, una ventana abierta
que lucha por tener
cristales adecuados
para cada ocasión...
Y sorbe la sopa
con la cucharilla
que se emborrachaba
con su saliva.
Y gritan los vientos
fatales orgasmos
al oler su pelo,
al chocar con su tacto...
Y le dijo adiós.
Adiós viento, adiós otoño,
adiós.
De la noche a la mañana
eso no pudo ir a mejor.
Y le dijo a la luna
que no era falta de fortuna...
Sino falta del olor
que desprenden las gardenias
del jardín de sus pequeñas
ilusiones de calor.
Y con una sonrisa...
Ella me dijo adiós.
Volveré otro otoño,
ahora buscaré de nuevo el color.