Sentada en la orilla del mar con mis pies sintiendo el agua y la brisa pegando en mi cara, veía en el horizonte esconderse a esa gran estrella llamada Sol, el tiempo se detuvo en ese momento, el reloj se quedó paralizado en la hora correcta, solo podía escuchar las olas retumbar, las carcajadas de los niños bañándose, las pláticas de aquella pareja sentada en la roca viendo aquel atardecer, y yo me encontraba ahí, me pertenecía, aquella tarde era mía, nada me faltaba en aquel momento, todos los problemas se habían borrado de mi cabeza, solo podía pensar en ese bello paisaje, deseosa de que nunca terminara, pero eso no se podía, el tiempo corría, de un segundo a otro todo cambió, ya no estaba el Sol, aquella estrella se había escondido, pero algo hermoso había salido, esa figura tan singular que a muchos hace suspirar, la Luna marcaba la bienvenida de la noche, un cielo lleno de estrellas, y cada una era algun momento vivido, miré hacia arriba, me recosté en la arena, dejé que mi imaginación corriera, mi mente jugaba a hacer figuras con las estrellas hasta que llegó ese momento, ese grupo de estrellas, era el retrato perfecto, tan detallado como si fuera cierto, podía ver tu cara, tan perfecta como siempre, esa sonrisa que me hace enloquecer, tus ojos, ese brillo singular, no podía dejar de mirar, en ese momento me di cuenta de lo que estaba pasando, algo extraño, algo que nunca había imaginado, era algo inesperado, me di cuenta de lo que sentía por aquella persona, la amaba, tanto pensarla, tanto extrañarla, por fin puede entender lo que ocurría, ESTABA ENAMORADA!
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