Se levantó asustada esa noche, un ruido la despertó, la anciana se puso en pìe como pudo, tomó sus anteojos, calzó sus pantuflas y dirigió sus pasos a la ventana, limpiando el vaho del frío vidrio. Vislumbra dos sombras que se besan con inusitada pasión frente a su puerta, solo los separa la oxidada reja del antejardín, esta rechina tras los fogosos abrazos y besos de estos seres.
La anciana mujer solo distingue sombras y regula el audífono, para escuchar un distorsionado gemido, el ritual esta acabando, las sombras se separan despidiéndose amorosamente…
Adiós Luis…………adiós Roberto…
La mujer cae asombrada al suelo, desmayada por la situación. La puerta se abre lentamente
esta choca con el tendido cuerpo de la anciana.
-¡madre otra vez! La toma delicadamente y la deja en su cama diciéndole al oído,
- duerme madre, te he dicho que no me esperes los viernes, llego tarde- mientras acaricia sus blancos cabellos, la mujer murmura en sueños,
- OH mi Luis, mi único hijo estaba tan preocupada, - si madre lo se, tu siempre tan preocupada.
-¿hoy es viernes? Pregunta la mujer - si madre (contesta Luis)
- ha me olvide de tomar mis pastillas, esas para el insomnio- Luis alcanza el vaso con agua pasándole la tableta.
- que bueno que llego hijo- -si madre tómese la pastilla y descanse.
La mujer cae en reparador sueño, dormida de manera apacible y relajada, mientras continua la noche…soñara con su pequeño hijo en nubes y felicidad.
Luis la mira, va a su habitación y se deja caer al sueño, para abrazar a su amante que espera
como todos los viernes, dormirán a la anciana y se echaran a amar.
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