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Lo de incorporarle sonido de cañones al lanzar un escupo al suelo y desatar la risa espontánea de todo el grupo lo incorporo el Benja. La primera ves fue a la salida del colegio mientras fumábamos ese anhelado cigarro para finalizar el día y poder lograr por lo menos un cruce de miradas con las minas de cuarto. El eco capturó hasta el oído más indiferente y sin quererlo la atención de un par de minas que fumaban mansamente, mientras conversaban sin apuros sobre la prueba que acababan de rendir.
Es extraño recordar esos tiempos donde pensábamos que nuestras aproximaciones a las drogas eran una puerta necesaria de cruzar para enchufarnos con el arte. El Benja siempre loco, olvidadizo, hasta medio artista pero por sobre todo, siempre volao .En una tarde de domingo en que el sol se aburrió temprano comentábamos sentados en una banca (verde) del parque forestal su teoría acerca de la belleza. Si, claro que fumamos pero nunca alcanzamos la puerta que tanto quería encontrar, por lo menos yo. En realidad creo que él constantemente la encontraba y guardaba silencio de su aventura para no hacerme sentir mal. He llegado a pensar que el Benja siempre vivió en esa fabulosa casa y la puerta era algo tan típico para él como lo es para mí ver televisión.
La belleza esta en la simpleza , me dijo mientras apagaba su cigarro en la tierra y de un brusco salto me invitaba al cine.
Siempre fuimos bien amigos yo creo que sobre todo éramos amigos para los momentos importantes. El Benja fue el de la que estudiara sociología, a través de libros que metía en mi mochila sin que yo me diera cuenta .El me aconsejo cuando sin darme cuenta estaba en bus siguiendo a mi actual polola. El.
Desde chico quise tener un amigo pero realmente incondicional, siempre pensé que el me podía escuchar y defender como si fuera mi papá y llorarme como si fuera mi amiga. Nadie nos tocaba. Éramos dos guardaespaldas que caminaban sin preocupación , sin fijarse donde pisar y sin saber donde caer.
Pero eso fue hace mucho tiempo, cuando las hojas no eran suicidas y las flores regaban colores sin importar quien los recibiera Ha pasado el tiempo, sin darnos cuenta, como cuando caminábamos sin saber adonde ir, entre edificios y gente, sintiendo tu mano sobre la mía. Eso, claro, mucho antes de toda esta locura.
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Texto agregado el 11-06-2004, y leído por 247
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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26-07-2004 |
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Final que te sugiere muchas cosas. El resto del relato me recordó a algunos amigos entrañables. Buen texto. musquy |
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05-07-2004 |
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que gran tedxto, de verdad me ha encantado, besitos y 5* lorenap |
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23-06-2004 |
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Encuentro genial el tono que ocupaste para este escrito, la continuidad y coherencia ante lo que relatas...bien, muy bien, uno de tus mejores, diría yo! alice |
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