Me hiciste un favor,
mujer de Winnetka,
aunque no lo sabía
en aquel tiempo,
tu mano sobre la copa de vino,
la noche estrellada recortándose
sobre el perfil de la gran ciudad
y tu mirada encontrándose con la mía,
y muchas otras cosas que
fueron y otras que pudieron haber sido,
Me hiciste un favor, mujer de Winnetka,
aunque no lo sabía
en aquellos años,
en el tórrido maremágnum veraniego,
emergiendo a borbotones de simiescas trampas,
descubriendo rincones de la inmensa ciudad
a cada momento.
Me hiciste un favor,
mujer de Winnetka,
aunque yo no lo sabía,
y mucho menos lo sabías vos,
mujer norteamericanamente suburbana,
que al responder con tu silencio,
que al responder con tu rechazo,
me abrías las puertas
a toda una vida,
a una irremplazable porción de vida.
Mujer de Winnetka,
me hiciste un favor,
me hiciste un gran favor,
pero no lo sabrás nunca.
© Eytán Lasca-Szalit, 1995 – 2001
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