El sueño de Ambar
Dedicado a Tico: Gracias amigo mío por recordarme que aún hay una musa dentro que ya aclamaba salir...
"Ningún ser puede amarme, porque nada hay en mí de simpático ni de dulce..."
(El corazón de Agatha - HOFFMANN)
Todo en esta vida se me ha dado gratuito, no fue ni siquiera planeado mi nacimiento, pero de mi no cuenta esta historia, sino de Ambar, una joven que igual hubiera pasado desapercibida ante mis ojos como cualquiera otra. Cuando digo que todo se me ha dado gratuito, es porque así ha pasado, incluso ha sido cosa del destino que yo haya llegado esa noche al bar "El Paraíso" a visitar a una vieja amiga recién casada, mujer morena de semblante gracioso y ansioso, inquieta por naturaleza y muy suspicaz, habíamos sido amigos desde la secundaria y a mis treinta y un años lo seguíamos siendo tan buenos como antes, o al menos así era para mi.
El sitio era un lugar muy iluminado y tranquilo, estaba situado en una zona de mercaderes, muy cerca del supermercado que llegó después con la modernización, estaba hastiado de que a donde fuera no se hablara de otra cosa que no fuera el dinero y la situación económica mundial, la carencia de recursos y las bajas en la bolsa de valores del país, aún en donde se comía no faltaba el que en la mesa de al lado alguien dijera: "Es que no hay circulante, antes ibas a donde fuese y aún cuando no hubiera dinero siempre había compradores, pero ahora, ¡hasta en el mercado escasea la gente, no hay circulante!" y efectivamente, todo esto era cierto, pero ya se había vuelto tedioso escucharlo por doquier y ser el tema único de conversación entre la gente; estabamos entrando en noviembre pero el frío en la zona norte de América en esas fechas parecían haber adelantado el invierno, el aire helado consumía a todo transeúnte que apresuraba el paso a las ocho de la noche, algunos rumbo a casa y otros como yo, solitarios, rumbo a algún restaurante que sirviera un buen plato de sopa caliente y algún café, atole o té que calentara los huesos, por eso digo que fue por pura suerte llegar a un bar en donde apenas había un par de mesas ocupadas, en una un hombre de mediana edad bebía un tequila y en la otra mi amiga se sorbía un café negro mientras temblaba, así que decidí acercarme a ella y saludarla, me ofreció un café que me llegó casi al instante y que recibí con gran consuelo.
Durante largo rato estuvimos poniéndonos al tanto de lo acontecido hasta entonces en nuestras vidas, fue entonces cuando una muchacha entró titiritando prácticamente y se acercó a nosotros, mi amiga, la ahora señora Z nos presentó, su nombre era Ambar.
Ambar se dedicó a escuchar la conversación que mantuvimos mi amiga la señora Z y yo, de vez en vez nos miraba fijamente y después seguía haciendo unas anotaciones en una servilleta, supuse que la chica estaba interesada en las letras tanto como yo, pero aunque traté de sacar conversación al respecto en realidad no dijo mucho asi que decidí concentrar mi atención en mi amiga; Ambar llevaba el cabello suelto y ondulado, llevaba una chamarra "cazadora" de color café y un pantalón del mismo tono, era delgada y de facciones afro, tenía unos ojos como los de una sultana, negros y profundos, uno bien podría perderse en esos ojos negros poco alargados, cuando los mirabas, se volvían como parte de un abismo hondo y a su vez, trasportaban a un mundo lleno de dolor y tristeza, fue entonces cuando ya no pude quitarle la mirada, frente a mi había un espejo por donde la veía y sé que sabía que la estaba escudriñando, pero no hizo nada, inmersa en sus servilletas y algunas veces en nuestra conversación, poco hizo para entablar algún lazo amistoso o social.
Dos o tres horas después, dobló las servilletas y levantó la mirada diciendo: "Hasta pronto chicos" a lo que ambos asintimos despidiéndola, yo me fuí poco después, la verdad es que mi amiga reflejaba mucho cansancio y estaba por cerrar el bar, aún debía caminar a casa y aunque no estaba lejos de ahí, preferí hacerlo ya para esconderme pronto de esa temperatura tan baja, así que despidiéndome de mi amiga y su esposo, salí del bar pensativo, ¿qué había en los ojos de esa mujer?
Discúlpen ustedes que siga hablando de mi, pero es que era necesario contar lo que había hecho, no por eso de que se me ha dado gratuita esta historia, sino porque de otra manera quizá no hubieran entendido lo que vino después, además de que quise darme un poco a las palabras para describir de la manera mas pobre el escenario en que sucedió todo.
Cuando llegué casa, ésta seguía intacta, tal cual la había dejado, a falta de una pareja que me atendiese o que me esperase, miré hacia la cocina y calenté un poco de café para llevarmelo a la cama y ver televisión hasta que el sueño se apoderara de mi y pudiera quitarme esos ojos negros de la mente; pues bien, encendí la estufa y esperé a que el café estuviera a punto, después me fui a mi habitación y comencé a ponerme una pijama de franela, mas cuando iba a colgar el saco noté que de una bolsa salía humildemente un pedazo de servilleta, entonces Ambar vino a mi mente, al despedirse me extendió la mano y se acercó a darme un beso en la mejilla, "seguro fue ahí en donde la puso" pensé y creo no equivocarme, abrí la servilleta y esto fue lo que encontré:
"Amigo mío: Hoy te he conocido en persona pero no sabes cuántas noches te he soñado, todo esto ha sido muy extraño para mi y por mas que intento no encuentro palabras para decirte lo que acaba de sucederme, no obstante, intentaré empezando que hace varios meses tuve un sueño con un desconocido, ese hombre de tez morena, alto y corpulento parecía mas sacado de una imagen del cuento de Aladino que una persona común y corriente, el hombre me preguntaba: ¿Quieres saber de qué te hubieras perdido al nacer hombre?, al principio me causó miedo, me desperté incómoda y pensaba que en el inconciente yo estaba desviando mis preferencias, pero el tiempo todo lo da y un dia platicando con una amiga sobre las desventajas de la mujer, dije que hubiera preferido ser hombre, ya que ustedes tienen mas suerte en todo que nosotras además de las oportunidades que se les presentan muy por encima de las que a nosotras tienden; esa misma noche volví a soñar con aquel hombre quien después de su pregunta el panoraba cambiaba a una noche fría como esta y yo vagaba por el centro de la ciudad llorandole al amor o mejor dicho, al desamor que se ha apoderado de mi desde entonces; no quiero incomodarle con tanta palabra tonta, pero le repito que no encuentro frase que describa lo que estoy sintiendo y cuando digo sintiéndo es demasiado; pues bien, desperté sollozando ahogada en mis propias lágrimas, sentía tal desconsuelo que parecía que algo dentro mío se estaba secando o quizá muriendo, trataba de acallar mis lamentos pero era imposible, las lágrimas salían a borbotones como presagio de una muerte inminente, me sentía ahogada y sumamente sola, no podía siquiera moverme de mi posición fetal, envuelta en mis sabanas lloré toda la noche hasta que los primeros rayos aparecieron y entonces, solo entonces, me quedé dormida.
Al despertar nada especial pasó, me levanté ya tarde por ser domingo y no tener que laborar, entonces vinieron a mi mente pequeñas frases que apresuré a escribir, nada importante por supuesto, usted preguntaba si gustaba de las letras, la verdad es que hace mucho que la musa ha muerto, después del primer poema, comencé a escribir un cuento y después una novela y cuando noté eran mas de las tres de la madrugada y me dispuse a dormir, pero las frases llegaban como una lluvia de estrellas enmedio de un cielo negro raso espectacular y tuve que levantarme varias veces hasta el amanecer, en los siguientes días, las frases no cesaron, mi entonces novio me decía que ponía más énfasis en mis escritos que en el, en mi trabajo el jefe terminó por despedirme al retrasarme demasiado en mis labores y mis amigos, poco a poco dejaron de frecuentarme, como verá, la catástrofe comenzó y la mala suerte como le dicen empezó a perseguirme, una musa qué idolatrar pues lo mejor que he escrito ha sido en este tiempo pero a su vez, una musa qué odiar al no dar espacio a mis deberes y esta imprudencia mia de anotar todo lo que me dicta terminó por separarme del hombre que hasta hace poco me parecía bueno, días después de toda esta hecatombe volví a soñar con el hombre aquél exactamente el mismo sueño pero cada vez que lo hacía aumentaba un poco de lo que iba a suceder, esta vez me vi llorando amargamente, deseando incluso la muerte y cuando noté estaba parada frente al bar de mi mejor amiga, entré buscando consuelo a mi dolor, un dolor jamás antes sentido por mi, pero en vez de eso lo encontré a usted, desperté pensativa, pero ya para entonces poco me afectaba, conforme pasaban los días las emociones se apagaban, me consumía entre mis letras y en la musa, no notaba que el tiempo pasaba y que cada vez que yo escribía pareciese que los años se me acababan, mi vida pobre y desvirtuada para entonces, realmente poco me importaba, desaliñada, mal comida, mal dormida, descuidada en mi totalidad me enojaba cuando alguien interrumpía mis horas con la musa, mi carácter poco a poco se fue amargando y hasta mi madre temía tocar la puerta de mi habitación, me fui quedando sola y vacía... era como morir lentamente, una agonía larga y agitada, solitaria y gris como hoy.
La última noche que soñé con aquél hombre, yo lo veía a usted en este mismo sitio, vestido de igual manera, examinándome a traves del espejo, urgando en mis ojos algo que quizá no hubiera querido saber, hablando con la señora Z sobre la falta de circulante, del frío otoño que se nos presenta, de los viejos amigos hoy ya casados, todo eso que usted ya sabe, me vi levantarme y decir "Hasta pronto chicos" y cuando lo haga trataré de no pronunciar estas palabras, sino cambiarlas, espero no repetirlas nunca, de lo contrario... de lo contrario usted sabrá pronto de mi...
Extrañada
Ambar"
Al terminar esto me pareció que la carta había sido cortada, incluso tuve la sensación de que ella la detuvo para no decirme de qué manera terminaba aquél sueño ¿premonitorio?... creo que así le llaman quienes creen en ellos, yo, pensativo, me recosté olvidándo el café que ya estaba frío y me quedé dormido; pero una voz celestial me despertó llamándome, abrí los ojos y era ella con esos ojos negros abismales, estaba vestida toda de blanco y tenía una sonrisa hermosa en los labios, ¿cómo entraste? le pregunté, ella respondió que no había cerrojo que no pudiera abrir, ni reloj que la pudiera detener y me extendió la mano la cual tomé sin poner resistencia, entonces dijo:
-Discúlpame, lo intenté, mi mente determinó que yo dijera solo "Adios", pero mis labios deshonestos terminaron dictando la frase y por eso estoy aquí...-
-Pero... ¿qué es esto?-interrumpí aterrado
-Si hubiera sido hombre hubiera sido ¿un angel?, así le llaman aquí, pero soy mujer...-respondió con tal calma que no me pude resistir y fue entonces cuando la besé, sí, Ambar era eso que están pensando, eso que nadie quiere ver, eso a lo que todos estamos destinados, de lo que nadie puede escapar, eso que no pospone fechas ni horas, ni situación o circunstancia alguna, eso a lo que todos tememos y que dicen, se convierte en el mas hermoso ser que jamás hayamos visto. |