Creo que no saber lo que realmente quieres, a veces no es sólo cuestión de criticar y envidiar aquello que no puedo ser, aquello que me gustaría ser. Muchas veces la falta de una decisión sobre nuestra vidas radica en el temor de mostranos como realmente sentimos, a veces es mejor ser parte de la media que decir aquello que pensamos sin tapujos. El miedo a tomar la iniciativa es parte constitutiva del miedo a develar nuestra personalidad, a combatir los monstruos que nos impiden vivir.

Ciertamente aun no tengo la oportunidad de conocer al ser iluminado, que pueda hacer lo que realmente quiere en su vida... lo que somos no sólo es lo que nosotros queremos ser sino también la proyección de lo que los otros piensan y esperan que seamos, ¿cómo librarnos de esos determinantes que permancen en la sombra de nuestro carácter?
Desde mi punto de vista creo, es imposible... sólo nos resta ser leales y concientes de nuestro límites, porque siempre existirá algo que nos impida ser y hacer lo que deseamos, lo que queremos.

Por ahora, sólo tomo nota diaria de lo que quiero... desde el pequeño chocolate que se me apetece a medianoche hasta los planes futuros que tengo para mi vida. Una listita de hechos y deseos, que puede tener dos posibles finales antagónicos; redundar en mis deseos de niña o bien nadar en un mundo de posibilidades ilimitadas. Preferiblemente me inclino por la última, aunque me signifique un costo importante de energía tratando de conseguir a diario lo que quiero, porque si tuviera todo previamente planificado le restaría emoción y sorpresa a la vida.

Si lo que quiero es ilimitado, lo que no quiero es todo lo contrario a lo que quiero.. supongo, o quizás aun me queda por descubrir.