JUSTICIA EN EL HOGAR.
El tema de lo justo se remonta al principio de la humanidad. Resume, al fin, una idea democrática, hasta cierto punto ideal, en donde todos tendríamos el derecho de recibir proporcionalmente una parte del todo de lo que se produce o se consigue de alguna manera por nuestro grupo social. Esta idea ha sido generatriz de la mayoría de nuestras leyes las cuales esencialmente buscarían proteger a los mas débiles en este reparto que en la actualidad se vuelve mas complejo al ampliarse las posibilidades de producción de bienes y servicios al grado que paulatinamente este derecho se ha reducido a la oportunidad de obtener solo parte de los beneficios sociales de los cuales cada vez mas resultan menos eficientes, para esto consultemos a los usuarios del sistema oficial de salud, de producción y financiamiento de la vivienda privada o pública, de la educación, del transporte y demás .
La iglesia promueve esta idea de justicia de una manera mas eficiente ya que los beneficios tangibles de un buen comportamiento terrenal están prorrogados al tiempo cuando dejamos de existir por lo que carecemos de testimonios veraces acerca de los réditos de ser bien portados. Debemos reconocer que casi todos los que creemos en una entidad superior nos conformamos con la paz espiritual que nos brinda el conservar nuestra fe aquí en la tierra, sin importarnos mucho que en el edén, lleguemos, por fin, al paraíso justiciero.
Debemos reconocer que esta justicia se incuba en el hogar de cada uno. Quienes tenemos hijos en la actualidad sabemos de esto cotidianamente pues nuestros cachorros siempre hacen referencia a lo que han recibido sus hermanos para solicitar, o exigir, si es el caso, lo que ellos desean, apuntando un poco mas arriba en cada caso para no perder nada en el regateo. En el pasado era fácil determinar estos derechos por que al primogénito se le atribuían virtudes de liderazgo producto de los cánones eclesiásticos , aunque los ejemplos de ésta falacia están a la vista desde el principio ya que al parecer Caín no le tuvo mucho afecto a Abel. No hay que olvidar al benjamín, el mas pequeño, al que por ser el mas chiquito, todos le prodigan atenciones y afecto, casi siempre con dosis secretas de envidia de parte de todos los hermanos.
Los padres somos los responsables y a veces los antagonistas en el eterno otorgar bienes, atención y amor, tratando de tapar los agujeros que real o imaginariamente presumimos que les duelen a los hijos, dando preferencias a nuestros secretos consentidos de tal forma que en mucho cooperamos a la construcción de traumas psicológicos que muchas veces se arrastran hasta la vejez, oyendo confesiones ocasionales de gente que no recibió oportunamente la pelota roja o la muñeca de sus sueños por alguna odiosa preferencia paterno-maternal por otro hermano, el que seguramente, ya olvidó esta distinción.Sirva todo esto a una referencia acerca de una división muy real en este embrollo justiciero. Recibí la invitación de talentosas y admiradas mujeres para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Quien me invito directamente es una joven de ojos brillantes e inteligentes, quien contestó a mi expresión de que ;“todos los días son de las mujeres” Con un; “Si, pero hoy lo vamos a celebrar”, lo que me convenció de asistir a pesar de mis temores.
Fue una sesión muy divertida porque realizaron un psicodrama improvisado y representado por mujeres acerca de una escena familiar en la típica mesa del comedor en donde de una manera muy enfática las actrices destacaron la estructura de una familia tradicional en donde el padre resulta el centro de todas las atenciones y los hijos y mujer se presentan sumisos a las órdenes del dictador, quien en todo momento da preferencia a los hijos varones sobre las mujeres. De alguna manera todos reconocimos a alguien cercano o a nosotros mismos en alguno de los papeles, ya que el objetivo era el de mostrar críticamente el machismo como eje de la familia lo cual tocó nuestras fibras justicieras, como buenos Mexicanos, que siempre nos ponemos del lado del mas débil, en este caso; Las Mujeres. Esto devino en algunas confesiones de mujeres jóvenes que evocaron experiencias terribles de marginación al interior de su hogar en donde los padres dieron preferencia a los hijos varones en las oportunidades de estudio condenando sexistamente a “sus mujeres” a las tareas domésticas. Claro que este crimen si tuvo su castigo consistente en la ingratitud e indiferencia de los hijos profesionistas exitosos quienes actualmente ignoran a los padres que siguen viviendo con la hija que no estudió y ahora trabaja para mantenerlos, en una paradoja justiciera.
El colmo lo fueron las confesiones sobre la distribución preferencial de la comida, ya que las madres le reservaban a los hombres las piezas de pollo que tienen mas carne como son; la pechuga, muslos y piernas dejando para las mujeres las patas , pescuezos y rabadilla, mollejas y demás dentros a los que al cabo del tiempo encontraron tan buen gusto que actualmente los siguen prefiriendo, reproduciendo el esquema en un círculo perpetuo de dominación sado-masoquista.
En resumen; ¿En donde empieza la justicia?.
Si deseamos vivir en un mundo un poco mas justo debemos de aceptar que la realidad no presenta un escenario muy halagüeño pues a nivel mundial se nos muestra la imposición de los poderosos sobre los débiles. Tal vez deberíamos empezar por el hogar y capacitarnos todos para compartir la responsabilidad cotidiana de las tareas domésticas, lo cual daría un principio de justicia que tal vez se reproduzca hacia la sociedad.
Quizá ya es tiempo de compartir todos, las delicias del pollo entero.
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