Dame el arma, no preguntes por que, tan solo calla y quédate a mirar como sale el humo por la boca mientras sangra el alma.
No seré capaz de apretar el gatillo, pero te aseguro que matare mis miedos y calmare mi sed. Gritara agonizante mi pecho, y la copa de alcohol sobre la mesa se quebrara.
Tendré el valor algún día de hacer hechos mis pensamientos, juro que algún día mi sueños cobraran vidas, le daré voz a mis labios y diré lo que temes oír pero tanto deseas.
Y cuando no haya lugar para las dudas, cuando tengas fe, te daré mi santo sufrimiento y te devolverá paz. Cuando creas que todo termino gatillare y diré “lo que te quiero dar, nadie te lo ofrecerá jamás, lo que ves gotear no es sangre es felicidad, lo has perdido todo por no atreverte a aceptar que lo que puedo ser es lo que quieres en verdad”.
Y serás patrono de mi recuerdo, le preguntaras a tu falso dios, por que nunca llegue a ser tuya y aun así me has perdido, por que no te animaste a decir en silencio lo que tus ojos ocultan… y te responderá “yo solo hago milagros, pero de las acciones tu te debías encargar”.
Me buscaras en el cielo y no me encontraras, pues me espera un lugar mejor, lejos de ángeles milenarios y arpas sin autor, me espera el edén del horror, cerca de lo que quiero lejos de vos. |