La dueña de aquella maravillosa voz, que había engalanado los mejores teatros del mundo, había muerto y el mundo entero la lloraba; no así los habitantes del cementerio, que todas las noches, desde sus privilegiadas plateas, podían escuchar las mejores arias en la voz de la recién llegada.
Texto agregado el 11-11-2009, y leído por 104
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Lectores Opinan
12-11-2009
Quedé muy satisfecha. Afortunados los que la siguieron escuchando. elipolaca
¡¡¡Es lo que dejó como su más preciada herencia!!! Me gustó muy mucho.***** almalen2005
11-11-2009
Muy bueno tu texto, se nota que las cosas que prevalecen son nuestros dones más preciados, no lo material, de ella trascendio su voz...saludos!! chorros
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