El traicionero paga en carne y origen aquella falta cometida. Se lava los dientes compulsivamente y limpia sus miembros despojándolos de su capa primigenia.
El traicionero corta las alas de los ángeles. Se encarga de besar primero, para luego continuar con relaciones funestas, alejándose mucho de a lo que el placer se refiere para él.
El traicionero defrauda destruyendo la belleza en los semblantes. Se viste de seda así como las larvas, ocultando su rugosa piel y apareciendo después como bella mariposa.
El traicionero frota sus manos frías sobre cuerpos cálidos y ajenos. Se impregna de aromas asemejándose al aire, mutando según el estado de las cosas.
(...)
Alguien dijo por ahí que la belleza no podría ser jamás cuna de maldad. Yo en cambio puedo decir que de acuerdo a mi experiencia, aquel que dijo eso debe haber sentido en carne propia los embates de ser tan confiado.
A veces belleza y traición van muy de la mano, todo conviviendo en el mismo rostro.
Texto agregado el 10-11-2009, y leído por 105
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Lectores Opinan
18-02-2010
el traicionero sonrié alegremente mientra quiebra el alma del resto .
muy bueno. acuarela_gris
10-11-2009
Muy buena reflexión. 5* nesravazza
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