Mientras miraba al ocaso, se podían ver como sus ojos se llenaban poco a poco de lagrimas; era inevitable pensar que algo la aturdía. Después de que se miró sola contemplando el cielo que era verdugo de la muerte del sol, aparto su mirada de la ventana y continúo haciendo los quehaceres cotidianos.
Parecía que el tiempo se empeñaba en recordarle que se encontraba sola y que no había nada ni nadie que la pudiera salvar de ese destino; un agudo llanto interrumpió su pensamiento, era su hijo que aun con miedo a la oscuridad pedía con lagrimas la protección de su madre.
Selene se dirigió al pequeño cuarto donde yacía su bebé y lo tomo entre sus brazos para arrullarlo mientras con dulce voz le cantaba, el pequeño pronto retomo el sueño al sentir a su madre tan cerca de él. Ella lo miró con dulzura y recordó a su esposo, su mirada cambió de repente para soltar una leve lágrima que rodo sobre su mejilla. Dejo al niño en la cuna, y se dirigió a su recamara para tomar el teléfono y llamar a su esposo, como era de esperarse el no contestó, Selene sintió como la rabia sacudía sus venas y una inseguridad tan grande se estremecía en su corazón, miró el reloj que marcaba ya más de media noche, no pudo soportar la idea de que él no se encontrará a su lado así que tomó de nuevo el teléfono y llamo a su madre para pedirle que fuera esa madrugada a cuidar a su hijo porque ella debía salir de urgencia al hospital pues, supuestamente, su esposo Esteban había tenido un accidente.
Su madre no tardó en llegar, asi que Selene presurosa tomo el arma que se encontraba en el buro y la guardo en su bolso. Antes de irse le besó la frente a su hijo y se despidió de su madre como si fuera la ultima vez.
Era obvio que no se dirjia al hospital asi que tomo camino al centro de la ciudad, donde se encontraba uno de los hoteles mas caros y finos de la ciudad. Al entrar al lugar pidió una habitación y pregunto por su esposo, mintió diciendo que era su hermana y que necesitaba verlo porque acababa de llegar a la ciudad. La recepsionista compadeciéndose de ella le dio el numero de habitación, y le pregunto que si deseaba ser anunciada, como era de esperarse Selene le dijo que no, pues ella pensaba darle una sorpresa.
Al llegar a la habitación toco varias veces pero no contestaban, asi que tocó de nuevo y dijo haber un problema en el hotel y que todos debían ser evacuados, fue en ese momento cuando escucho unos pasos aproximarse a la puerta, fue en ese momento cuando ella tomo el arma de su bolso, mientras se abria la puerta pudo observar que la cama se encontraba destendida y como el rostro cansado de su esposo se asomaba tras la puerta, él la miró con impresión y tratando de preguntarle que hacia ahí fue empujado por ella adentro de la recamara, él sorprendido le pregunto que era lo que le pasaba; ella le confirmaba a gritos que ella sabia que estaba con su amante y que ésta saliera a dar la cara. El furioso le dijo que no había nadie, que ella misma sabia que se encontraba en el hotel por que ahí trabajaba y que necesitaban ayuda para esa noche, pues un gran ejecutivo había pedido que él mismo fuera quien lo atendiera, ella no entendió de palabras y sacó la pistola de su bolso apuntando hacia el corazón de Esteban.
Hubo una pausa en su mente y recordó cuando lo conoció , era tan dulce y carismático que no tardarón los segundos para que ella se enamorará de pronto de él, cuando los dos pararon sus miradas y se mirarón él uno al otro el amor apareció como ráfaga en sus cuerpos y corazones.
Mientras, él contemplaba el arma dirijiendo a su pecho, y recordó esos dulces ojos que le mirarón con amor al aceptar casarse con él, con los pies desnudos sobre la arena, las olas conspirando por su amor y la luna atestiguando, iluminando sus cuerpos con una luz infinita.
Ninguna mujer se encontraba en la habitación, Esteban había tenido que quedarse hasta tarde en el hotel por ordenes de un importante cliente; Selene ya había estado informada de esto pues él la había llamado para avisar de su ausencia, pero ella no le creyó nada y pensó en su padre.
La noche fría de Agosto, ella tenía apenas siete años cuando él tomo sus maletas y entre lagrimas les dijo adiós a ella y su hermana, durante mucho tiempo no comprendió por que le había dicho adiós hasta que por una carta se enteró que su padre había formado ya otra familia y había decidido dejarla sola.
Los dos se miraron de frente y todo se desvaneció, ella bajo el arma y tirándola al suelo corrió a sus brazos. Él, confundido, acarició su cabello y le prometió amarla por siempre.
...
Era una tarde de otoño cuando los dos salieron a caminar por el mismo parque, sin pensar que sus vidas se cruzarían, se dirigieron al mismo anden, para sentarse junto al mismo árbol, confundidos se miraron y echaron a reír, un amor floreció de inmediato dentro de los dos.
Una historia se comenzaba a escribir, sin pensar en su posible final.
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