EMBRUJO DE NOCHE SOLITARIA
Embrujo de noche solitaria,
enciendes la luz de mis tinieblas;
esperanza de un quizá que repica con cautela,
espía en mi bomba de vida sin entrar.
Esperanza nacida en el primogénito círculo dibujado
en sesenta latidos,
esperanza transformada en ilusión,
revolotea el sentimiento, resistiendo al entendimiento,
que la luz es la culpable,
del huir de las tinieblas.
Escueta luminaria en agujero negro,
reluce más que el propio sol en pleno día;
gota de oleo blanco en lienzo negro,
mínima pulsación en mano muerta.
Quiero verte en cada rostro,
y tu rostro le es esquivo a mi memoria,
Tu sonrisa,
voladora melodía, prisionera en mi tristeza; y
tú alegría,
fugaz recuerdo de algún momento de mi vida,
hacen ingrata en mi mente tu silueta;
mis ojos abiertos, que no vieron,
mi morbo, que se durmió,
dieron prioridad al sentimiento.
Esperanza perdida; aún perdida,
no admite mensaje sin respuesta,
se sienta en la vereda de la fe,
limitada al ¡aunque sea!
auscultar tu voz en tus letras,
y encender el embrujo, de un imaginario quizá.
Y sabedora de la ausencia de estrategia,
y de la cruda realidad de su exigua libertad;
se resigna a beber “dulce néctar”,
que no sabe a miel,
sino, a sal y hiel.
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